Amanecer enferma de una parte de lo que me compone, el cuerpo, parte externa, con cariño diría quizá anexa, no poder moverse, sentir un golpe por cada respiro, y quedarse allí, inmóvil esperando que la basura pase y te recoja, y si tienes fuerza, que llegue el barrendero y se lleve entre las cerdas de su escoba los restos... faltar algunos días, ausentarse de los segundos que estaban destinados a ser compartidos con algunos otros... y no estas allí. Es curioso; mientras la doctora te da remedios y soluciones, al alma, es difícil curarla, debo dármelas de médico y ser mi propio chequeo sobre las emociones, encontrar la fracturada e intentar sanarla, alimentarla por mientras de ilusiones, para permanecer sana de una de las dos partes que me componen. En tanto el cuerpo parece muerto en esa realidad que sigue allá fuera, y mi alma no camina como debe... desde mi ausencia comienzo a comprender que se puede morir de muchas formas a parte de la muerte que comprendemos como eterna en esta tierra, pero esas otras muertes en vida, nos permiten seguir siendo un ente vivo que observa desde lejos lo que sigue sucediendo en su ausencia...
Me permito pensar que querer morir es una lástima y la verdad, romper la bolsita de los segundos que podía lanzar a la vida y colorearlos con sonrisas, canciones o abrazos es un desperdicio innecesario... el cuerpo sanará y deberá sanar completamente, porque con lo terca que es la razón, querrá enterarse de lo que sucedió en las horas de mi muerte, y mi alma se enfermará... ¿alguien me extrañó mientras estuve media enferma? Las ilusiones del alma se encargan de curar lo que me falta y el cuerpo de nuevo se convierte en mi coraza sana... alguna parte de mí que se muestre íntegra, para que mi alma pueda estar libre de presiones y soportar lo que sucedió cuando no estaba...
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