¡Hay Nicolas!, en noche de ecipse, sobre el tejado, tu cuerpecito observando la luna confundido con mi ventana, pasillo de travesuras, en noche que invita a la quietud, fria, desolada, en espacio gatuno, la naturaleza que asombra, el cosmos que lleva al desvelo.
En sueños profundos sangre compartida, de suspiros que se repercuten de una habitacion a otra.
El, el felino humano, en camino sin tiempo, luna ya inexistente, el temor, retroceso angustioso al ventanal.
¡No!, en grito en medio de la noche.
¡La luna!, ¡la luna!, y en un choque humano en la oscuridad.
Nicolas, como ladron de sueños, pasa por mi ventana, y, la realidad, dibujaba la sonrisa de un niño en su soledad acompañado por la luna que ya se perdia...
MARIA1 |