Que tal si por una vez juntamos nuestras vidas y armamos un carrusel de caballos y focas y damos vueltas sin cansarnos y te digo que ya no quiero más noches sin estar a tu lado.
Me levanté de tu cama ayer y te ví dormir. Nunca antes habían pasado tantos recuerdos de amor y felicidad a mi mente como en ese instante, el cuarto tomo un tamaño perfecto, la luz de la vela alumbraba lo necesario para saber que no seguía dormido, tu sutil respiro me recordaba que en este mundo aun existe la paz y las almas puras.
Me enrede entre tus brazos y tu barriga sin que te dieras cuenta, termine abrazado a ti como un koala. Fue emocionante y tierno saber que aun está tu cuerpo cerca al mío.
Solo quería poder besarte durante toda la noche y volver a dormir, la independencia de un mundo aparte, de estar juntos sin importar el resto y dar vueltas en el carrusel.
Ahora que las noches son frías y la neblina tapa las calles de lima es cuando más ganas tengo de volver a recostarme en tu cama y llevarte una taza de chocolate caliente y ver Serendipity por décima vez y disfrutarla como si fuese la primera.
Quiero que me digas que el reloj al lado de tu cama se detuvo y que todavía no es hora de que me vaya. Que me pidas un besito en la mejilla y que cierre la ventana porque ya el cuarto esta frío y me pidas que te abrace más fuerte que antes, que nos acurruquemos para despedirnos de esta noche y soñar juntos el mismo sueño de nubes y girasoles.