En un pequeño pueblo, en el centro de la plaza, fuente de agua pura corria por pileta que retomaba el liquido al lanzarlo al aire, como rafagas en constancia, cumulo de monedas, opciones de visitantes, y, un niño, zapatos remendados, cordones sueltos, pantalon de algun hermano, cabellos al viento.
Observaba los ruidos metalicos al caer, y luego como en camara lenta llegar a las profundidades.
Domindo de misa, mantillas en brazoz, guantes en su conjunto, sueños de señoritas, y el estar del niño, de mirada deseosa, estatico, nariz sucia, confundido rostro con angeles de la fuente.
De pronto, cerro sus ojos fuertemente, monedas caian a sus pies, por unos instantes con Dios, hasta que el silencio lo hizo despertar del sueño real.
Oservo a su alrededor, monedas esparcidas, se agacho, tomo sola una, penso por un segundo y la tiro a la fuente.
Otros niños al verlas, corrieron a tomarlas, el niño camino a su casa, contando los pasos.
A su llegada, la madre enferma, sentada en la cama, le dijo, -¡hola hijo!, ¿donde estabas?
Su respuesta fue, -¡por ahi, mama!
-Hijo, debo decirte algo, dijo la madre.
-¿Si mama?, respondio el.
-No se que me pasa, pero estoy curada...
El niño sonrio, metio la manecilla en el bolsillo del pantalon, con el puño cerrado, lo abrio en manos de su madre, quien pregunto,-¿y esto?, -no la tire a la fuente mama, la guarde para vos, solo pedi un deseo.

MARIA1