La historia de la desaparición de un país tan vasto y rico como Argentina comenzó hacia 2007 con una pertinaz ausencia de lluvias.
Habiéndose secado los pozos, en algunos pueblos comenzaron a reunirse por las noches.
Los lugareños formaban un círculo en cuyo centro se sentaba el hombre o la mujer más anciana del grupo, quien les narraba historias de tiempos pasados. Cada persona enjugaba sus lagrimas con un pañuelo celeste y blanco, para luego estrujarlo sobre los labios y beberse las gotas que caían de el.
Mientras en las ciudades, especialmente en Buenos Aires (así se llamaba su capital) la gente tomaba mates que cebaban con un liquido extraído del riachuelo (un hilo pútrido y viscoso de algo que alguna vez fue agua), los ganaderos armaban cometas con sus vacas mas delgadas y hacían barrileteadas en las rutas en señal de protesta.
Las que mejor volaban eran las aberdeen, por el largo de la cola, aunque las más vistosas siempre fueron las holando.
El día 25 de mayo de 2010 amanece completamente nublado sobre todo el país. El cielo cubierto por una capa oscura y amenazadora presagia la inminencia de la tormenta.
La gente sale de sus casas y reza masivamente para que no sea una nube pasajera.
Y entonces se abre el cielo, desde el centro de la nube un agujero que comienza a expandirse hacia los bordes, deja entrever la panza de la gota.
Una sola, gigantesca, casi bíblica gota comienza su camino hacia la tierra.
Los rayos del sol que la atraviesan forman prismas multicolores que los niños miran con asombro. En otros casos la gota actúa como una lupa inmensa, y el sol pega como un láser contra los enormes silos que en los puertos almacenan el maíz.
Como volcanes increíbles despiden toneladas de palomitas de maíz, tsunamis de pop corn o de pochoclo.
Algunos porteños aprovechan para esquiar, otros para armar muñecos, otros simplemente les ponen azúcar o sal y se los comen.
Finalmente la gota cae y extingue toda vida, sobre los que alguna vez se creyeron los hijos de Dios.
Hoy, el lago Argentino, es el más extenso del mundo. Los ciudadanos de los países limítrofes van a pescar al mismo con inmensa felicidad, y de vez en cuando pescan una tranquera, una pelota de fútbol, o algún cuadro de Quinquela Martin.
|