Por la ventana del bus veía a los transeúntes correr de un lado a otro buscando refugio por las grandes gotas que el cielo regalaba. Finalizaba enero y no había llovido tanto desde hacía como dos meses, dicen que la temporada seca de mi país tropical es entre noviembre y marzo. No era un día corriente, era viernes y a diferencia de muchos, había decidido ir a la casa a descansar, y no salir a “parchar”.
“Vamos a dar una vuelta al cielo”, sonaba en el bus y yo la cantaba con gusto, gusto que no duraría mucho ya que tendría que bajarme en la siguiente parada. Correr fue lo único que pensé, llovia mucho, pero al final del camino justo cuando debía cruzar el parque para llegar a mi casa me relaje, igual ya iba mojada y que mas daba, por lo menos disfrutar la lluvia.
De repente salieron cinco hombres, cinco prospectos de hombres no más de 16 años tendrían, me acorralaron en una esquina dos de ellos, uno era alto para su edad tenía un chuzo pequeño con el que me amenazaba para quitarme el bolso: “bájese el bolso” me decía.
Al principio – no lo voy a negar – sentí un ligero temor, digo ligero porque al ver sus rostros se me bajo el miedo, esas caritas de niños aún como quien está jugando. Pensaría que ellos tenían más miedo que yo, eran muy inexpertos.
“El bolso o el dinero” les dije, “es que llevo varios libros”, les hable muy normal no estaba enfadada igual tenía un cuchillo al lado, tenía que actuar de la mejor manera, aunque el cuchillo ya no me afectaba tanto, ya no me asustaba tanto.
“rápido, rápido” me decía el alto, el otro estaba como asustado mirando para todos lados, tenia una cara bonita y una mirada muy inocente todavía. Yo mientras, hacía que buscaba la billetera, pero no podría sacarla, recordé que tenía como 40 mil pesos que no iba a perder así de fácil. Me hice la loca, empecé abrir los bolsillos y ohh error abrí el de los celulares (cargaba dos, ambos con minutos, el mío con un plan pobre y el del banco donde trabajaba que si tenía varios minutos)
El muchacho alto – no el de cara bonita – me dijo: ” a ver los celulares” con esa voz de malo fingido, yo estaba ya más relajada estos tipos a pesar de que tenían chuzos no se atrevían a tocarme ni siquiera a tocar mi bolso. Les dije: “ahh no eso no, acá cerca hay un CAI donde puedo ir de una y ustedes verán”, jajajaja dije eso y los pelados se asustaron mucho, el de cara bonita empezó a mirar a todos lados; calculo que habían pasado unos cuatro minutos, ellos no podían seguir ahí en ese parque a expensas de que pasara alguien y los viera, alguien de la policía pensarían ellos, algún vecino pensaba yo, porque el CAI móvil ya lo habían removido hacia dos días. Esos muchachos no vivían por ahí, pienso que venían de un barrio más arriba del mío que tiene menos condiciones económicas.
“Apúrele” fue lo primero que me dijo el caribonito, lo mire fijamente como diciéndole usted no debería estar haciendo esto, y no era por que tuviera cara bonita, era más bien porque me inspiraba buena vibra, no de una piltrafa como sus amigos.
El caso fue que seguí buscando y vaya sorpresa que me encontré con un paco de marihuana como de 1000 pesos, lo tome en mis manos y el caribonito me dijo “que es eso” le respondí que era marihuana y se atrevió a tocarme y a quitármela, me dijo luego “tiene fuego” y lo único que saque fue la pipa, que al dársela él tan nervioso la boto al piso y casi cae en la quebrada que atravesaba el parque.
Después de eso el caribonito empezó a acosar vámonos vámonos. Les di algo pensé yo, esos muchachos están a la deriva, necesitaran dinero para comprar cigarrillos, alcohol, jugar maquinas, cosas de chinos, el problema es que empiecen a crecer con esa mentalidad y sigan tan irresponsables que tengan hijos o se metan en vueltas mas pesadas, como robos con armas más fuertes. Salí bien librada por lo menos ni me chuzaron ni me robaron el dinero, ni el bolso ni algo de mucho valor, al final fue muy chistoso porque le grite al caribonito:
“Me dejo sin marihuana no! Todo bien” el pelado soltó la carcajada y me grito:
“Si, todo bien”.