Si el poeta abriese sus ojos,
después del letargo secular
otro gallo cantaría,
las sutiles aspas del viento,
a su tumba acudirían,
abriría sus pétalos la mariposa,
el gallo todo contaría,
el mundo va rápido, poeta,
ya no podremos alcanzarlo.

El poeta se levantaría
de esa tumba desolada,
aspiraría los vientos
de esta época convulsa,
nada nuevo bajo el sol,
los vicios, los mismos de siempre,
otros nombres, otros apellidos,
la crueldad con su mismo rostro,
pero el sol no mezquina su brillo.

El poeta acudiría donde su amada,
Otra tumba, otros silencios,
un ramo de rosas secas
en su mano empuñaría,
¿Por qué te moriste, mi vida?
¿Por qué no mueres a tu muerte?
y sobre la lápida relumbraría
el destello de algunas palabras,
¿por qué la noche de acá
es simplemente más negra?

El poeta escribiría, sentado en un banco,
sobre la muerte eterna y vaga,
hay muertos en todas partes,
más que en cualquier cementerio,
vino la luna a contarlo,
la madrugada escuchó
y se lo dijo a las garzas,
¿herraron ya a mi caballo?
quiero recorrer el mundo,
conocer el viento libre,
conocer estepas secretas,
quiero averiguar el destino,
de los gorriones sin voz,
quiero lamer las llagas
de toda injusticia sembrada,
quiero convencerme de una vez,
que es verdad que yazco muerto…