Ella estaba allí sentada, tratando de elegir un peine, pero su madre siempre le dijo que era una niña insegura, que tardaba una eternidad en realizar un acto tan sencillo como peinarse su larga cabellera.
Finalmente lo hizo, y escogió el peine azul, ese color que siempre le había gustado. Que para ella representaba la esperanza, lo que no tiene límites,el espacio infinito.
Empezó a peinar su cabellera calmadamente, como si nada en el mundo la perturbara, como si nadie importara y solo el momento que estaba viviendo fuera toda su vida.
Sin el doloroso pasado, sin el agobiante presente, sin el preocupante futuro. Solo ella y su peine azul, solo ella acariciando su tupida existencia, su signo más patente de su belleza.
De repente todo se torna agitado. Hay gritos en la calle, su madre llora amargamente y se para agitadamente delante de ella en la puerta, solo para decir.
- La gente está huyendo despavorida, se acerca nuestro final. El mar nos va a tragar.
¡Niña!, reacciona. Vamos a quedar sepultadas por agua.
¡Agua!, pense para mi.
Podría ser azul y asi todo sería perfecto.
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