Afrodita partió desde un punto específico de la historia, desarrollándose y creciendo hasta convertirse en una verdadera princesa. En otro punto de esa misma historia, Orfeo también se desenvolvía y crecía para transformarse finalmente en un efebo. Existencias paralelas sin ningún punto en común. Hay una suerte de predestinación en algunas vidas, sin embargo, que las fuerza inconscientemente a iniciar un proceso de convergencia que cualquier día pondrá a una frente a la otra y ambas quedarán prendadas y ya será muy difícil que se separen. En este caso, el proceso de acercamiento comenzó en el mismo momento en que ambos nacieron, un par de líneas imperceptibles que a veces tendían a juntarse y después a separarse, en algún instante fueron dos líneas paralelas, más adelante divergían de tal forma que parecía que el destino se había arrepentido de juntarlos.
En cierto punto de estas historias, los hechos se desencadenaron con precipitación. Afrodita se dispuso a ingresar a la Universidad para estudiar Medicina. En un lugar distante, Orfeo decidía que estudiaría Leyes. Si un espectador hubiese tenido la facultad de ver la trayectoria de ambos jóvenes, se habría maravillado al contemplar como dos líneas se dibujaban sobre la tenue calzada del destino para ir convergiendo al fatal punto de encuentro.
Afrodita se encontraba a cinco cuadras de la Universidad. Orfeo caminaba en sentido contrario y la misma cantidad de metros lo separaba de la Facultad. Si se hubiese medido la distancia desde la U hasta los pasos de la muchacha y los del joven, el resultado habría sido abismante: la longitud que se iba acortando era proporcional para uno y otro, la cita se produciría a lo más en cinco minutos y ya nada ni nadie podría separarlos. Afrodita sonreía al pensar que en breve estaría cumpliendo su máximo sueño de satisfacer su vocación. Orfeo, por su parte, imaginaba que desde el estrado defendía alguna difícil causa y que todos admiraban su enorme poder de convicción, carisma especialmente útil en este tipo de situaciones.
Cuando ambos jóvenes estaban a punto de encontrarse, una muchacha que convergía desde otro punto, entró a terciar en esta situación. Caminaba a paso lento y no reparó en un hoyo del pavimento que la hizo trastabillar. Orfeo acudió presto para socorrerla y la sujetó entre sus brazos antes que la niña se desplomara. La chica lo miró con sus dulces ojos y el reparó que ella era muy hermosa. Afrodita pasó junto a ellos luciendo en su bello rostro la mejor de sus sonrisas…
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