Eres los días, el paisaje, la lluvia que me rodea. Todo teñido de gris alimentas al recuerdo, los colores todavía están en algún lado.
Te pierdes en el aire. Viajas con las palabras, no pretendes esconderte y aún así me dejas sin habla.
Vienes y te vas. Huellas en el camino, olas ya sin melodía. Eres el tiempo que tiembla en mi interior.
En un par de horas descoses mi mundo, como un sastre viejo cansado, por el tiempo que le dedica a un simple trabajo, para luego dar cuenta, que fue un error.
Respiro fuerza, aquella que algún día dejé en un baúl, sólo por que te tenía y no la necesitaba.
Hoy, como clave de sol sin pentagrama donde pintarse, dejo mis miedos y purifico mi alma con buenas vibras. Solo armonía.
Lo que fue ayer, nunca volverá a ser hoy.
Te dejaré escapar de mí hacia otro lugar, lleva contigo la parte de mí que te adueñaste. Te veré perderte entre los árboles desnudos, bañados por la pasión del encanto nocturno.
El horizonte gritará como un demente, las serpientes bailarán y aún así no habrá nada de ti que a mi corazón marchito despierte. Porque fuiste amor… y para siempre.