No existe nada más interesante que la conversación de dos amantes que permanecen callados.
(Achile Tournier)
La primera vez que la vi no estaba preparado para su mundo, la observe entre el clima social en que apareció con su alo de mujer desbordante y encantadora, el paso de las horas ignorado por su mirada me sugirió que no era mi tiempo, a pesar de eso desee con todo mi ser volverla a ver para que por lo menos se enterara de mi existencia.
Las causas y asares me llevaron nuevamente a su encuentro, esta vez decidí romper el protocolo y arriesgarme a invadir su entorno hedónico y risueño, nunca he sido particularmente audaz para entablar conversaciones con mujeres que me atraen y menos con ella, que era como una alucinación, aun así aborde su mirada.
Quizás fueron sus ojos enigmáticos y sobrecogedores, no lo se bien pero sin pensarlo siquiera, invadió mi mente su imagen perturbadora, con el transcurrir de los días trate de asumir su presencia, pero era tarde el tiempo sin vacilar me robo su suspiro, ya no era mío; estaba ausente.
Los detalles que componen mi trasegar no son necesarios, solo basta decir que a pesar de mi condición disfrute el tiempo y el espacio como nunca, me sumergía en el disfrute de su boca, su mirada, su sonrisa, su cabello, esa imagen corpórea que se alojaba ante mi y después me acompañaba en mis pensamientos.
Ahora trato de detener el tiempo mojando mis labios con el recuerdo de sus besos, me adentro en los remolinos de mi mente y la veo trashumando a mi lado como en los días que el cielo se juntaba con la tierra sin enterarnos de nada. Trato infructuosamente de borrarla de mis recuerdos como si fuese de pronto una llovizna momentánea que hecho a perder el traje, pero veo que no es tan fácil, ya hace parte de mi vida, no puedo conjurar su presencia pero tampoco soportar su ausencia.
Me pregunto si esta bien que este continuamente devolviendo el tiempo sin recurso, si esta bien que deposite mis horas en un saco vacío, esperando que ella las recoja, es el precio del amor frustrado, el amor imposible, ese sentimiento que no avisa, solo entra y se instala como la poesía en el corazón del poeta; sin embargo miro a mi alrededor y todo esta intacto, la materia fluye igual el magnánimo sol sigue generando vida, los rostros de los demás parecen inmutables, mientras yo lucho contra su partida.
Se fue desplegando sus enormes alas como el pájaro de fuego, dejando la estela de tristeza en mi alma, sin detenerse un momento a considerar los sentimientos a revaluar las esperanzas, simplemente voló sobre su arrogancia.
Esa extraña sensación que nos produce a los hombres ser rechazados sin la oportunidad de liberarnos de los errores, es absolutamente inefable, entrar en el juicio marcial sin tener paladín y encontrarnos con esa muralla que a veces es muda y otras ensordecedoramente recriminatoria trastoca nuestro orden orgánico y viril. Pero no vale la pena cavilar sobre mis propios abismos. Solo quiero recomponer mi tranquilidad vulnerada por la falta de su presencia en mi vida, desafiar la realidad y someterme a sus designios.
Atravieso el umbral de mi propia desilusión y tomo la mano del olvido, trato de atraerlo para exonerar mi melancolía, y trivializar mi condición, entonces acudo a momentos que me evoquen su parte oscura y empiezo a recordar………….
Ya se mi amigo que se preguntara que pudo ser tan espinoso, que acto irreprochable y desafortunado emergió devorando las estepas de sentimientos que en algún momento se encontraron y anidaron.
Pues ahora que converso con usted redimiendo mis pesares, como siempre, acompañado de mi fiel musa etérea que camina por las teclas de Chopin, le voy a confiar el porque de mi situación.
Nosotros los hombres investidos de nuestro aparente poder, en ocasiones acudimos a posturas equivocadas, asumimos las situaciones de acuerdo a nuestra percepción a veces de forma sincera y otras con acrobacias y fanfarronerías, pero que hombre dígame usted tiene la ultima palabra a la hora de conocer una mujer?
En la gesta por conquistar un corazón femenino, nos desenfrenamos y surgen momentos que no sabemos manejar, ya le dije antes que esta mujer me deslumbro desde el comienzo, a pesar de la confianza en si mismo nunca la pude descifrar, mas su compleja y misteriosa personalidad causaron en mi una poderosa atracción, no me pregunte cual o de que forma, solo se, que a su lado me sentía profundamente retraído a pesar que en ocasiones me sacudía con arremetidas locuaces, que me dejaban desazón.
Con el paso de los días se convirtió en un reto maravilloso, pero doloroso, me encontraba continuamente con enormes contradicciones que socavaban mi aparente seguridad como la erosión a la montaña, aun así yo sabia que mi sentimientos eran sinceros y fuertes, hasta que de pronto sin darme cuenta me encontré con su reproche. Con sinuosa perversidad me trato de estúpido y tuve que apelar a la inmunidad de carácter y no demostrarle que soporto todo, menos el epíteto de estúpido, sin la menor lenidad me despojo de inteligencia, y yo en dialogo con mi interior evocaba las palabras de Oscar Wilde “Hay más estupidez que el hidrogeno en el universo y tiene una vida útil mas larga”.
Mi querido amigo hasta ese día no me había detenido a pensar acerca de la estupidez, palabra por demás agraviosa, desagradable en cualquier momento, e incluso inicua, pero a pesar de mi noble intensión estaba siendo lacerado por el látigo de la subjetividad, y si hoy me preguntan por que me dejó sin poder apelar al derecho de la reivindicación, solo le puedo decir que por estúpido, según su intricada forma de pensar y de definirme.
De todas formas, solo me resta decir que en el microcosmos femenino no hay lugar para la estupidez, en muchos casos los hombres, el genero masculino origen de estirpes y descendencias es condenado a la triste circunstancia de enamorado y surge otra pregunta: es el amor estúpido?
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