Existió alguna vez por ahí, un hombre que, a pesar de ser exitoso en su trabajo puesto que era muy minucioso, decidió suicidarse a razón de que, después de un cuidadoso análisis, cayo en cuenta que no valí ala pena vivir sin amar o ser amado. La gente, entendiendo tan noble propósito, no protesto e inclusive animo al buen hombre a llevar a cabo la tan deseada acción letal. La lluvia de ideas en relación a la forma correcta de quitarse la vida, no se hizo esperar y nuestro amigo se vio literalmente inundado. Sin embargo al ser tan minucioso y cuidadoso como era, estaba obligado a reflexionar arduamente sobre la efectividad de los numerosos métodos ofrecidos.
Pensó como todo el mundo, que lo más fácil sería coger una pistola y darse un tiro en la sien. Inclusive llegó a comprarse el arma, pero al momento de la práctica de tiro, necesaria puesto que nunca había disparado, se asustó al oír el disparo y descartó inmediatamente esa opción, pues morir con miedo desestimaría tan poderosa razón. Consideró también la idea de cortarse las venas, como todo un romántico que se consideraba, pero afortunadamente quizás, recordó que no soportaba la repentina aparición del preciado líquido escarlata y que probablemente desfallecería de la impresión no bien salida la primera gota de sangre.
-Métodos muy agresivos -pensó.
Por lo que consideró una opción un tanto mas amable con el espíritu. El veneno sin duda le daría la oportunidad de realizar un último pensamiento o de elevar una plegaria al cielo mientras la dichosa poción que lo llevaría al sueño eterno surtía efecto. Por lo que presto, preparó cuidadosamente el brebaje, lo acerco a sus labios y al momento de probarlo, se dio cuenta, irónicamente por supuesto, que iba a ser un trago muy amargo, así que bajo el vaso avergonzado de haber creído posible realizar tan noble propósito llevando la pesada de carga de despedirse de este mundo con un mal sabor de boca.
Con gran pasión por hasta el más mínimo detalle siguió analizando diversas formas con las cuales podía llevar a cabo tan noble propósito. Nuevas y viejas ideas invadían su mente constantemente, todas rechazadas.
Ahogarse resultaba imposible puesto que el agua hincharía su cuerpo, atentando contra su elevado sentido de vanidad.
Ahorcarse ni siquiera lo considero puesto que desde pequeño era alérgico las cerdas que forman la cuerda.
Entrar a una jaula de animales feroces resultaba demasiado salvaje e indigno de un caballero.
Saltar de un edifico era poco probable pues la altura siempre le había provocado mareos.
En fin, estas y muchas otras ideas fueron consideradas y desechadas por su maquiavélica mente. Todas consideradas por su autor como irrealizables por alguna u otra razón.
Sin embargo su voluntad era grande y no desistió de su intento por quitarse la vida. Suicidarse se había vuelto la razón de su existir.
Un día sin más lo vieron partir, un tanto cansado pero con una determinación palpable, hacia algún destino incierto, oculto incluso para si mismo. Lo último que se supo de él es que finalmente aunque sin saber claramente el como, había conseguido su tan ansiado objetivo.
Hay quien dice, que simplemente dejó de respirar…
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