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[Leer antes el prefacio, y los capítulos -I y -II y 0:(http://www.loscuentos.net/cuentos/link/390/390733/)]




Era un gorrión revoloteando casi sin juicio, buscando aquel quebracho en el cual apoyarse por lo que le queda de eternidad. La brisa cantaba entre sus alas abiertas, respirando su libertad amplia y a la expectativa. Las intromisiones colectivas dormían a esta hora. La presión atmosférica disminuía, indirectamente proporcional a la altura alcanzada. El viento, señor gobierno, dirigía las vicisitudes del caso. El quebracho más alto la esperaba, junto a la felicidad perpetua. Hasta que despertó.
Caminó hasta la pared de colectivo, donde las sombras se esconden del sol para no ser vistas. Once minutos, nueve segundos. Ilusión, N3, mano, subir, cospel, esta vez parada. La lluvia que no para de escupir. Que no para de morder. Que no para. Las aguas no tienen justificación. Sólo rompen armonías con su versátil vaivén. Su densidad mayor al aire ataja el movimiento.
Las partículas prístinas del corazón, protector y artífice de las pasiones, son de cloruro de Luzbelito, o como se dice en el vulgo, fuego. Es cómo el carbono en el hombre, o los átomos de aire en la libertad.
El aire oxigena el fuego y lo aviva, lo hace crecer hasta límites en los cuales desaparecen los límites, y quedan pocos caminos a casa. El aire remueve las hojas secas, las hace levitar; es responsable de la reproducción de herbívoros, carnívoros y hongos, en la medida que es alimento de vegetales. Sin contar su garganta de huracanes y tornados, que han hecho mearse los calzones a los san martines más honoríficos.
La seguridad por su parte está compuesta de tierra. Y como muchos sabrán, la tierra extingue el fuego, aunque también lo sostiene. El fuego no perdura mucho tiempo suspendido en el aire. Hay que lograr, por eso, un equilibrio entre tierra y aire, para que el fuego fluya y perdure por unos cuantos años, si bien siempre se necesita la “chispa adecuada”, en el momento adecuado.
Pero el agua acaba con el equilibrio al apagar el fuego, desestabiliza la tierra y densifica el aire. Sino preguntale a ese gorrión cuidando a sus pichoncitos de la lluvia.

Los ojos se me van cerrando muy ligeramente. Una caja brillante frente a mí, sobre aquella mesa ratona, demuestra su destreza entre payasos malabaristas e intelectualoides equivocados. A mi derecha se desplaza una partida de truco en la cuales se enfrentan Yo y el Zurdo.
Dirán porqué me mezo en esta hamaca sin nada que hacer: sucede que afuera llueve. Melancólicas lágrimas corroen mis deseos de salir, de vivir: el llanto suele ser contagioso.
-Truco.
-No quiero.
Tampoco la partida de al lado brilla demasiado. Me sumerjo en mi entresueño: una mediática historia entre un senador y una prostituta por un escándalo en aquel famoso cabaret. Los segundos son interminables; a veces parece que la aguja gira en sentido anti-horario. Todo se repite, todo se continúa, la redundancia misma se hace redundante, valga la redundancia, siendo esta última afirmación, también redundante
-Ernesto ¿Quiere que le traiga un poco de agua, viste?
Simulo una onda a media sonrisa payasesca que humorista intenta mostrarse frente a la gracia de mi hermano. Le digo que me enternece ese vaso vacío y seco.
-No ponga esa cara, por lo menos está regando mis plantas viste.
No puedo ir a la plaza, se suspende la obra en el teatro al aire libre, nadie quiere jugar al fútbol con tanto barro sobre los tobillos. Los días de lluvia son así, irrealizables; inutilizan cualquier proyecto, los hacen inviables y todos los “ins” que se te ocurran. El “se suspende”, el “hoy no da”, el “con este tiempo de mierda que querés que hagamos” se agolpan con la lluvia en la ventana. Eso es la lluvia, una ventana; de un lado yo, del otro, mis proyectos, mi movimiento, mi felicidad. Cristal, potente, aislante, paradójicamente líquido: líquido como el agua. Nunca me gustaron los líquidos; siempre preferí la libertad de los gases, flotando entre habitaciones cerradas sin importar las circunstancias. Me ahogo; la garganta se me cierra; intento escupir, pero no consigo lugar. Me ahogo en el mar que la lluvia creó dentro de mi; litros y litros de agua llenan mi cuerpo, hacen presión hacia fuera, mi piel ya está tensa y bajo mis ojos encontraron su única fisura.
Deduzco la victoria del Zurdo, ya que está dale gastarlo al Yo. Olvido por un momento mi encierro y de aquel actor famoso que encontraron con azúcar impalpable bajo la nariz para ponerme a jugar al chin-chon. Siempre pensé que la lluvia me traía mala suerte: escalera con todos palos diferentes. El perdedor de truco toma revancha y nos avalancha cortando en la tercera vuelta, enganchándonos con pares de doces y dieces en la mano.
-Nuca me gustaron estos juegos de azar viste.
Yo y el Vicente empiezan a discutir no sé qué carajo, mejor me voy para la pieza.
-El hombre que nace para llenar los espacios blancos de una planilla, no debe ser considerado hombre viste, pues ningún parentesco lo aleja de mis buenas plantas. Más le digo, que la existencia de mis plantas logrará una amplitud mayor de perpetuidad.
- Yo creo que el vida es un secuencia de hechos que se acumulan en el conciencia. La sentido del vida es hacer a esos hechos la más placentero posible. La trascender no existe porque la absoluto se encuentra por dentro de la tiempo y por fuera del historia.
- Os digo entonces: el tiempo, sobre el espacio y la vida, es el enemigo más crudo, y el primero a superar; pues trascendido el mismo, el verdugo no tendrá flores en su tumba, puesto que esta jamás existirá. La historia no es más que cuento de hadas, estamos de acuerdo que su deflación es tal que cabrá en las agujetas de las alpargatas más desgastadas de la mujer de la guadaña. Pero hasta usted tendrá que aceptar que en la búsqueda del fax de Dios que realiza, se esconde la búsqueda de lo absoluto.
- Mirá, la absoluto gira por fuera de vos, te paso a explicar entonces: la espacio y la tiempo son circulares, sólo que la espacio tiene un circunferencia racional y la tiempo un circunferencia infinita. Como sabrás, hay muchos tipos de infinitos, unas más grandes que otras. Bueno pues el circunferencia de la tiempo es la infinito a la cuadrado, es la infinito que abarca a todas las infinitos. Por eso agota los posibilidades y comienza de nuevo.
-Sólo falta que me venga con Nietzsche, nazi de porquería.
-Esa “nazi”, como decís, tenía un razón a medias, sólo que se quedó corto. Las hechos además de repetirse, incursionan por todos los variantes. Mirá, a la infinito se llega a través de tres posibilidades: un sucesión azarosa de caracteres, a la que los deterministas huirían; el sucesión indefinidas de ciertos motivos de nuestro amigo la alemán; o abarcando el totalidad de los posibilidades. En el primera de los posibilidades, nada tendría sentido ya que nada tendría consecuencias; esta postulado es difícil de sostener, pues debería ocurrir que de repente soy Aristóteles comiendo un paella y no deberíamos asombrarnos. En la segundo caso, la final de la motivo debe coincidir con la principio de la mismo, para que no aparezcan saltos muy bruscos, ni un conciencia que la ponga en marcha una y otra vez; esto la lograríamos con un sistema de péndulo, en la que el mejor forma de progresar: sería tocar fondo. Sin embargo sabemos que la movimiento de la péndulo se extingue con la tiempo, con la cual vaticina el mediocridad y la quietismo, y eso suena bastante catastrófico. El otra salvación de la eterno retorno, entonces sería una órbita; pero este dependería de un fuerza externa, cuestión poco probable si tenemos como objeto de análisis la todo. Es así como queda en pie mi hipótesis, donde postulo que en alguna parte de la tiempo, este situación ya ocurrió, nada más que ese pared fue verde o ese ventana estaba abierto. Ya realizaste absolutamente todas las actos, aunque con otro conciencia, ergo, no lo recuerdas. La importante en tal caso es, para este conciencia, que es el único que tienes asegurada en esta momento, que acumules las acontecimientos más puros que encuentre, sin importarte la correcto y el moral.
-Pero deje de decir humedades. Parece todo muy bonito, pero sus razonamientos están errados, puesto que sus principios no tienen la suficiente rigurososidad. Por empezar, parte de circunstancias poéticas sin razones lógica…-Debido a que el razón se funda en principios intuitivos, como el poesía. Sólo que dentro del lógica del poesía, esta se justifica. En el lógica racionalista, no hay manera de demostrar el veracidad del razón.
-La razón tiene fundamentos más creíbles…- Nos reducimos a cuestiones de fe…-No, es cuestión de la menor subjetividad posible, viste…
-¿Qué fue eso?
-¿Qué?, un rayo.
-No, el sonido en el baño, como que se cayó algo.
-Debe haber sido el Ernesto, a ese le encanta desmayarse por ahí, viste
-Vamos a ver qué le pasa.

Muevo mis cuadros del colchón, caigo rendido y me da la sensación de que el techo quiere caer con migo. Las paredes se me acercan; la habitación se estrecha; el oxigeno se va consumiendo. Intento abrir la ventana, aunque sé que desde lo de Marta no se puede. Pruebo con tranquilizarme, pero Van Gogh desde su autorretrato me mira burlándose de mí: lo bajo de un librazo. Me arrepiento y lo vuelvo a colocar en su lugar. Veo la ventana: un gorrión intenta resguardar con sus extremidades a los pichones: cuando llueve las alas no vuelan, protegen; cuando una mariposa se moja, deja de aletear y muere. El pecho se me va cerrando, conviniéndose con el medio. La respiración se hace un ejercicio, me canso de inhalar. Saco el bronco dilatador del bolsillo: un par de disparos directo a los pulmones, espero que basten.
Todo se hace pequeño, menos las paredes que crecen. Corro, no se hacia donde y no obstante corro. La desesperación fragiliza mi columna vertebral, que le pasa corriente a todo el cuerpo. Angustia; llueve angustia. El techo de chapa del galpón, que ingenuo duerme en el patio, es un redoblante a mil internalizandose en mi cerebro mojado. Saco nuevamente el bronco dilatador.
Me encierro en el baño. La canilla gotea, todo el mundo hoy gotea: es “la persistencia de la memoria” de Dalí. Los muebles se derriten; el tiempo transcurre por debajo del armario; nada es sólido: tenemos la forma del envase que nos contiene. Sigo corriendo, aunque mis piernas se incrustan en el piso de cerámico. El amanecer se despierta a años luz de aquí, mientras el ocaso entra sin pedir permiso y el mar se come de a poco las montañas. Brújulas nos señalan la hora exacta; es nuestro norte estructurante, un sur anhelante. Tickes y tackes en perpetua batalla por el olvido. El calor agobiante se morfa nuestros deseos de actuar, derrite todo nuestros placeres. El pecho y todo a mí alrededor se va cerrando: mil disparos no serán suficientes. Los pulmones proclamaron independencia y firmaron ya el acta. La lluvia de angustia continúa.
El paisaje se vuelve nebuloso. Veo representarse un muro frente a mí. Lo golpeo, se erige potente; lo puedo destruir y nunca lo podré hacer.
Creo visualizar un picaporte; lo tomo: el muro se hace puerta; lo suelto: se hace nuevamente muro. Me divierto un rato más dándole maña al juego. Decido por fin abrirlo del todo: se transforma nuevamente, pero esta vez en lluvia, como el cuadro de Dalí, que muere bajo mis húmedos pies.



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En la medida que pienso, sigo sin encontrar sentido de significado sigo sin encontrar más que en todos estos químicos, estos ácidos, destruyéndose unos a otros para crear destruyéndose, en mi Casa de Desquisidades. Brillan azufres, azules, ocre, mercurio, plateado. Se efectivizan las sustancias entre ellas se efectivizan y se hacen yo. Teoremas ocultan la pizarra, planos ocultan las mesas, polvo de hada mis ojos alquimistas, piedras filosófales mi vida. El mundo físico tiene una cita de pureza a la vuelta de la esquina de mi mesa redonda tiene una cita. Encontrarle a la mesa las esquinas será la cuestión. Una pequeña explosión justificaría el mes.
-La otro día me acorde la fax de Dios.
-Estoy ocupado estoy.
-Me acordé que era el segundo mitad del secuencia de números que siguen después del coma en Pi.
-Pero Pi es infinito, no tiene mitad no tiene.
-Si a una recta lo partís en cualquier punto: formas dos semirrectas. Los dos tienen principio y siguen hasta la infinito, o sea: son equivalentes. Resumiendo: partiste al recta al mitad; el segundo mitad es la número de fax de Dios
-Sin embargo Pi es una semirrecta...-En la sistema numérico contemporáneo. Recordá que el razón humana funciona acumulativamente: toma una punto y sigue adelante. Es por eso que no entiende el infinitud de la tiempo y la espacio, porque no son líneas sin principio ni final, son redondas, y giran sobre sí mismas. La número Pi representa el relación de una círculo con su diámetro. El problema es que la círculo no se puede reducir a una segmento, sino que la segmento debe ampliarse a la círculo. Es como dibujar una cubo dentro de una cuadrado, puede crearse un ilusión de cubo, pero nunca una cubo. Pi es una círculo que gira sobre sí misma. Si tomas una punto de la circulo y la recorres hacia el derecha, llegarás a la misma lugar que si la hubieses recorrido por el izquierda, ya que en las dos casos la camino es igualmente infinita, sólo cambia la orden de las factores. Dios le concedió a la hombre occidental una pista: primero está el izquierda y luego le sigue el derecha; por eso escribimos así, de izquierda a derecha. En definitiva, debes tomar una punto equis de la círculo y continuar hacia el derecha, que será el segundo mitad, para conseguir la fax de Dios.
Permito el delirio permito, me preocupan más los vitriolos verdes, blancos y azules me preocupan más.

Un trueno abre mis ojos. Estoy llegando a ciudad universitaria. Es una de las primeras veces que presiento el trueno antes que el relámpago, ya que no lo pude ver. Dicen que el trueno es el quinto elemento. El trueno, o mejor dicho el relámpago, deben ser como un abrazo de fuego, aunque no sea de fuego -pero casi-, entre el cielo -o el aire- y la tierra. Es loco, porque a ese abrazo siempre lo precede el agua, que vendría a ser la calma que antecede al huracán. Es como un conjunto de dialécticas intrínsecas: siempre se necesita la paz para definir la acción, como siempre se necesita de la seguridad para concebir la libertad. ¿Quién habrá inventado los opuestos? Hay que admitir que hay diferentes tipos de opuestos. Los que juntos crean mediocres, como en el caso del gris, o los que forman la magia, como en el caso del trueno. ¿Qué resultará de fusión María-Quimey? Mejor callate y toca el timbre antes que te pase lo de ayer.

Un trueno abre mis ojos. Estoy tirado boca abajo en el baño. El bronquio dilatador a quince centímetros de mi rodilla. Yo y el Zurdo me ven estupefactos, acostumbrándose ya blanco a las catástrofes. Me levanto, empiezo comer a caminar, se escurre un impermeable entre mis dedos, me paro frente a la puerta, dudo un momento, la abro, salgo a correr bajo la lluvia en busca de mi destino. Recordatorio mental: me dedicaré, a partir de hoy, a escribirlo por mí mismo.
–Qué carajo está haciendo, se va a engripar. Ernesto y la madre que nos parió, por lo menos no me pise las plantas viste.
La lluvia acaricia mi rostro mezclándose con mis lágrimas y todo cambia de perspectiva. Huelo la después humedad, ¿no es el color más sabroso que han escuchado tocar? Se me vacía el vacío y se me llenan los espacios. Todo se condensa en blanco un interminable ir y venir de asteroides. En conjunto los colores se comer tocan los genitales, se masturban entre ellos y se abrazan formando líquido…



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Texto agregado el 05-02-2009, y leído por 143 visitantes. (0 votos)


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