Echo de menos,
tu sonrisa picara,
cuando intentas esconderme algo,
porque sabes que te conozco
y lo acabaré captando.

Tus manos,
que siempre han sido mi consuelo,
con tu aguja y tu dedal
cuando coses con cariño cualquier prenda,
sentada en tu sofá.

Esas palabras,
sabias y constantes,
tienes una fuerza inigualable,
no permites por ningún medio
que nada ni nadie nos dañe.

Tu aroma,
que me parece el más dulce que nunca han percibido mis sentidos,
supongo que es así como huele una madre.

La distancia,
que hace que pierda momentos
tuyos, dichosos mis hermanos,
que pueden mirarte a los ojos a diario.