Esta historia es un homenaje a otro relato.
El trajeado en la silla es Fernando Larriva. El par de tetas y piernas bailando sobre él, le pertenecen a… emmm… llamémosle… ¿Sofía? Si, Sofía. Lo siento, es que es un poco difícil llevar la cuenta de los nombres, ya que se lo cambian cada mes.
- Yo prefiero las películas lentas, con eso me refiero a, las que se toman su tiempo para desenvolver la trama – dice Sofía mientras sofoca con sus pechos a Fernando- el cine de hoy se apresura tanto a contar una historia que, pierden ese “no se que”, que hace que una película sea especial al verla.
- Totalmente de acuerdo contigo – le replica Fernando aflojándose la corbata-, hay buenos cineastas por ahí, no creas, pero es que también muchos se ven orillados por los estudios a sacar basura comercial, que le llene los bolsillos a los ejecutivos.
Todos los jueves era la misma rutina. Fernando llegaba alrededor de las 9:00pm, pedía un privado con Sofía y un agua mineral con limón; de darse el caso que ella no estuviera disponible, se sentaba a esperarla. Esto venia pasando desde hace unos aproximados 8 meses.
- Fue en esa presentación que Jimmy Hendrix quemó la guitarra –le dice Fernando a Sofía, que estaba bailando en su regazo-, después de tocar él, los demás grupos no querían ni subirse al escenario, porque ¿Cómo podrían superar semejante espectáculo? Fue una de esos momentos cumbres de la historia del rock.
- Si he oído a Hendrix, pero ese show en particular no le he visto. Aun así, prefiero a The Who.
- ¡¿Sobre de Jimmy?!
Sofía empezaba a sospechar la peculiaridad de este hombre y su rutina. Ya había tenido antes enamoramientos por parte de clientes, pero, esto era diferente. Parecía no estar tan interesado en su cuerpo, de hecho, ni siquiera podría apreciarse alguna mirada lasciva por parte del trajeado. Pero su curiosidad le dio pie a la repetición.
- Creo que disfruto mas la comida italiana – le dijo Sofía meneando su pelo sobre sus piernas-.
- Pero el sushi, es más sensual, saludable y nutritivo –respondía muy intrigado por el debate-.
La sospecha pasó a ser un mal presentimiento acerca de esta nueva relación. Era algo muy inusual y, dada la inseguridad en estos lugares, mas valía asegurarse. Creyó que la mejor decisión seria preguntarle sus intenciones.
- Fernando… - le dijo Sofía mientras ambos se vestían-.
- ¿Si? –dijo tranquilo poniéndose el saco-
- ¿Por que pides solo privados conmigo? –esta pregunta hizo que Fernando parara de acomodarse la ropa- ¿Te gusto? ¿Qué es lo que quieres? ¿Un acostón? Eso no requiere de 8 meses de…
- Yo solo… - interrumpe Fernando cabizbajo y apenado, en un tono muy bajo y pausado- es solo que, pues… para mi… es que, creo que, pues…
- ¡Ya dime! –exclama desesperada-
- Vengo, por que es lindo tener a alguien con quien poder platicar.
Sofía se congeló ante tal respuesta. Fernando volteó y le dibujó con el rostro, una apenada sonrisa.
- ¿Te puedo ver el próximo jueves?
Sofía conmovida, asintió silenciosamente. Fernando agradecido, dejó un billete sobre la silla, y se retiró.
Sofía jamás volvió a preguntarle nada acerca de él o de sus intenciones. Después de eso, todos los jueves, alrededor de las 9:00pm, acompañado de un agua mineral con limón, está Fernando y Sofía, platicando, mientras ella baila sobre su regazo.
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