mi pecho se enardece
ante la señal que traes contigo
tu boca decide el rumbo
altivo perdigón que lacera mis oidos
con las ciénagas que llevas dentro
me cantan tus doncellas sus desvarìos
me convence el grito del vigìa
que descubre la costa salvaje y suda
agua, déjate beber, ahora
¡Ay de los los paraìsos
libados al regreso de las horas ...!
estàn todas mis bocas
todas mis lenguas en una sola
y lo aprehendido es cáscara, yema, manos
al devenir de un óvulo circunciso e infecundo
que se enreda entre tus peces que lo visten de saturno
y me desnudan
apenas te conozco diluida
apenas me reconozco
Texto agregado el 04-02-2009, y leído por 713
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Lectores Opinan
06-11-2009
Magnìfica consecuciòn del poema... hay algo que me detiene en la penùltima estrofa... Muy bueno aa000El_Poeta000aa
08-03-2009
Lo he leído ya miles de veces y nunca pude resumir el universo de lecturas que acontecen en tus versos, “apenas te reconozco diluida” pues tus versos crecen más allá de lo que de ti conozco. Perturbador es tu surealismo. benhur
03-03-2009
No tengo derecho a saber cuales fueron las motivaciones de este poema. Lo que sí sé es lo que me ha causado su lectura: el amor a veces se nos escapa de las manos, y aún resistiéndonos a él, una vez en él inmersos, se nos van las resistencias y somos capaces de amar incluso a las personas que odiamos. azulada