Como fue mis sueños alguna vez… creo que había mucha luz, el viento hacia sonar las copas de los arboles arrancando a su vez las hojas que silenciosamente caían al suelo, ver los rayos luminosos filtrados entre el follaje, era fantástico descansar la sombra de ellos; daban la sensación de mucha paz.

El murmullo del agua en movimiento, la claridad del cielo, el olor a tierra mojada, el color de las flores, el canto de las aves, podía respirarse la tranquilidad en cualquier parte. No podía haber cosa tan placida que la extensión de la llanura, la hierba mecida suavemente por la brisa, ver cada ser vivo sin atadura, sus plumajes, el pelaje, su vuelo, su andar.

No percibía ninguna sensación de miedo o dolor. Solo y simple libertad.

Incluso en la noche más oscura, se observaban con tal nitidez el fulgor de cada estrella, los cráteres de la luna, y la lejana línea divisoria entre el cielo, mar y tierra. Y las formas caprichosas de las nubes danzando sinuosamente en las alturas.
El mar aunque infinitamente espacioso, prodigaba el color más intenso del índigo, la brisa marina traída de lejanas playas, la arena blanca que refulgían destellos del sol y las olas de blanca espuma, devolvían a las costas bellísimos regalos de las profundidades marinas.

No huía de nadie, no portaba mascaras de diferentes facetas, no me atemorizaba cada acto inhumano que presenciaba, pues en aquel momento no existía… no había razón para esconderse de la verdad. No supe en que instante la inocencia transitaba a la decepción.

Entonces todo cambio… la urbanidad cubrió la tierra hasta consumir el último resquicio del mundo, el cielo dejo de brillar, y junto con el, cesaron los murmullos de la vida.

El extenso mundo infantil fue desapareciendo paulatinamente, hasta reducirse a extraños cubículos de metal y plástico, sustituyendo al ambiente por viento y luces artificiales fabricadas por máquinas ruidosas, el cielo perdió color y se partió muchas veces. El sol que en antaño gobernaba el firmamento, ahora se dejaba ver en horas establecidas. El aire se volvió frio, sombrío y los horizontes colapsaron ante centenares construcciones de acero y concreto.

Los sonidos se volvieron estridentes, estresantes… repetitivos.

El tiempo comenzó ha decretar el curso de la vida.

¿En que momento la transición a la vida adulta había acabado?