Luis tiene ocupados todos los pensamientos de Ana, tanto que ha olvidado los motivos que la tienen viviendo en la casa de do Santos.
Después de muchas miradas furtivas y conversaciones poco fluidas finalmente la invitó a ir a la ciudad por unos víveres, era un gran paso para él, aunque solo sea para ir al supermercado, y ella accedió, sin pensar en el riesgo que estaba corriendo. Entonces sobrevino la catástrofe. Alguien la reconoció y dio aviso a la policía, que hacía tiempo que había dejado de buscarla. Faltaba un mes para que cumpla años. Al salir del supermercado la estaban esperando. El joven trató de detenerlos e iban a encarcelarlo por haberla ayudado a huir pero Ana negó conocerlo para salvarlo y se la llevaron.
Como es debido, la policía informó a sus tíos que Ana estaba con ellos a salvo. A pesar de que la joven explicó el motivo de su huida, no le creyeron y la estaban por enviar a una muerte segura.
Luis llegó desesperado a la casa de su tío, quien en ese momento había podido comunicarse con los médicos que le iban a dar noticias sobre Miguel, y entró estrepitosamente con el rostro enajenado. Sorprendido, el viejo do Santo fue al encuentro de su sobrino quien enseguida a viva voz le contó lo que había sucedido.
Do Santos se lamentó amargamente por haberle fallado a su viejo amigo y junto a Luis fue hacia la comisaria. Después de hora y media de viaje por fin llegaron. Ana ya no estaba allí. Por detrás de ellos llegaron sus tíos preguntando por la joven. La policía respondió que media hora después de su detención había sido retirada por su tutor.