Caminaba en medio de la gente,
todos ofrecían lo que tenían,
yo miraba, buscaba. Pensaba en ti.
Traía la canasta llena,
pero algo me faltaba,
apiladas, como esperando, estaban las manzanas.
Yo pensaba en ti.
Me acerque, una roja, perfecta,
no tenia ningún rasguño en su delicada piel,
su aroma me atrapo. Pensé en ti.
La tome, pague por ella y contento me fui a mi casa.
Pensando en ti.
Al llegar a casa busque mi lugar favorito, el jardín.
Me senté en el suelo, observe la manzana, su piel roja y suave me recordaba tus labios, vi el lugar donde estaba el palito, lo arranque, me recordó ese hoyuelo en tu mejilla.
La acerque a mi boca con los labios serrados, aspire su olor, pensé en el olor de tu boca,
la mordí, el dulzor de tu boca se hizo presente, también su olor, me acorde totalmente de ti, de tu boca roja y tus dientes blancos, tu olor, tu saliva...
Entonces quise ser esa Manzana que tú mordiste.
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