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Luego de un día exhaustivo de quehaceres laborales, Pilar, refrescándose con la fría brisa de mediados de julio; emprendió su viaje hacia su hogar dónde la esperaba Clarita, su perra, su única compañía hogareña.
La espera del ómnibus que la dejaría en su barrio se hizo larga y comenzó a impacientarse, cierto que ella es un ser apacible con una dulce parsimonia típica de esas personas que parecieran no esperar nada, ningún vuelto, ningún acontecimiento. Comenzó a recordar las tardes cuando se enamoró de las pinturas francesas de grandes artistas que hicieron furor en las altas clases porteñas, invadiendo la cultura de Buenos Aires para ser tildada como la ciudad más semejante a París en el contexto latino, por sus construcciones y sus intelectuales infectados por la nueva ola parisina. Tal encantamiento por la pintura la llevó a comprar un símil de “Young Girl Combing Her Hair” del impresionista Renoir. Ésa niña alisándose los cabellos representaba su infancia, por su riguroso parecido a sus rasgos infantiles y por su fascinación hacia lo francés que comenzó en dicha época.
Perdida en sus recuerdos y añorando llegar a su hogar para contemplar como tantas veces el cuadro que conservaba desde niña, descendió del ómnibus y emprendió el recorrido por la calle Bransen que, a esa hora, parecía desolada como un desierto de cemento que ocultaban miradas de transeúntes tan temerosos como ella por los continuos ataques de perros desnutridos que acechaban a los vecinos que decidieran andar dando vueltas por las veredas en horarios nocturnos. Luego de la segunda cuadra, nada aparentaba tener vida, sólo un sollozo que a medida que aceleraba su paso, crecía como un forajido pedido de ayuda, de a ratos, ensordecedor y alarmante.
Fue así que llegando a la intercepción de la calle donde se ubicaba su hogar, vio a una niña colorada con largas cabelleras que lloraba sentada en el umbral de la vereda. Con sus manos ocultaba su rostro llevándose a la cara su camisón blanco que cubría su cuerpo. Pilar no dudó un segundo en acercarse a la criatura, se sentó a su lado e inquirió con total condolencia, -¿qué te pasa? ¿puedo ayudarte?-. La niña entre lágrimas le contó su desgraciada desdicha: - Mi madre se ha ido de casa- y rápidamente corrió hacia la puerta de algarrobo marrón que se escondía a la sombra de un árbol. – ¡esperá!, puedo llamar a la policía… ¡no sé!- vociferó Pilar. La niña se negó rotundamente y se acercó a ella secándose el rostro: -no te preocupes, estaré bien… te invito a pasar-. Pilar, azorada por la propuesta de la niña aceptó y entró a su casa.
-vivo sola desde hoy, quizá sea así mi destino- dijo con un aire alegre mientras la invitaba con un pedazo de torta. La casa era lúgubre, muy rudimentaria, decorada con abalorios medievales que enrarecían las paredes. Pilar sintió estupor al recorrer las habitaciones, su alma ensombrecida reconocía un cierto cinismo de la niña al contarle el porqué de la huída de su madre.
Después de enseñarle su hogar, le confió que estaría bien y que no le avisara a nadie sobre su situación ya que su padre llegaría a la brevedad y no quería que se alborote la cuadra. Pilar, sorprendida por las reacciones de la niña, le prometió no avisar a nadie pero que pasaría por su casa el día siguiente por la noche para llevarle alimentos.
Saludó a la niña y le agradeció la porción de torta, le sugirió que se portara bien y que no anduviera dando vueltas por el barrio ya que los perros desnutridos sacarían provecho.
Caminaba por las calles y no soportaba el peso de su alma después de haber conocido a la niña y su casa, sentía una opresión en el pecho e imaginaba a la niña salida de las tinieblas. No podía olvidar la sonrisa y su voz, la torturaba pensar en la próxima noche cuando la visitaría nuevamente, la martirizaba pensarla sola y en su mismo barrio. Muy enrarecida llegó a la puerta de su hogar abrió la puerta y abrazó enérgicamente a Clarita cuando miró hacia el cuadro de Renoir y vio el rostro de la niña.

Texto agregado el 03-02-2009, y leído por 317 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
01-08-2009 Una buena "pintura" de varias cosas a la vez algunas alegres y lindas, otras tristemente relaes. Muy bien! 5* eidanioss
06-02-2009 Que buen relato, me gusto mucho su trama, felicidades***** silvimar
03-02-2009 Ah, qué bueno. Has escrito este cuento como un gran señor, como señor grande. Créeme que es maravilloso poder detenerme y admirarlo. Saludos. caballero_1
03-02-2009 Mi querido amigo, sin duda es un relato atrapador, me ha dejado con un gustillo a poco, y eso es lo bueno de estos perfumes literarios. ****** mis cinco admiradas estrellas. magaoliveira
03-02-2009 Un relato de esos que me fescinan, gracias, lo has escrito estupendamente***** JAGOMEZ
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