Clara estaba expectante pues ya solo faltaba una semana para el día en que podría abrir el único obsequio que le había dejado su madre antes de fallecer. También sería su cumpleaños y el momento en que pasaría a tener mayoría de edad, pero esto último era lo que menos le importaba.
Sus dos hermanos mayores –con quienes solo tenía el mismo padre en común- la molestaban mucho por su indiferencia a las actividades de alguien de su edad, y por esto no se llevaba muy bien con ellos. Simplemente eran muy diferentes y no se entendían.
El padre de los tres, Adrián, era un hombre muy trabajador. Tras divorciarse de su primer matrimonio y enviudar en el segundo, fue transformándose en alguien muy solitario y melancólico. Esto es debido a que sus primeras nupcias no funcionaron y trató de redimirse al casarse con Rita -quien sería la futura madre de Clara- pero la sorpresiva muerte de ésta evitó que pudiera llegar a saldar la deuda que tenía consigo mismo. Lo anterior lo canalizaba en la forma que tenía de tratar deferentemente a su hija menor, algo que acrecentaba el rechazo de los otros dos hacia ella.
En cuanto a Rita, ella fue alguien admirable. Sin duda era la persona a quien Clara más hubiera querido conocer. Siempre pensaba en lo mucho que le ayudaría contar con la presencia de su madre en los momentos más difíciles… pero eso era imposible, pues ella murió al momento de dar a luz.
Antes de conocer a Adrián había llevado una vida ejemplar: tenía a su haber numerosos viajes y aventuras por numerosas partes del mundo, ayudó a mucha gente de innumerables maneras y trabó grandes amistades que nunca dejarían de perdurar.
Pero por sobre todo era una persona completamente sincera que siempre tenía buenas intenciones y con su honestidad se ganó el cariño de todos quienes la rodeaban.
Ahora a solo siete días Clara sentía que no podía esperar a saber cual era el único legado que una mujer tan increíble como su madre le había dejado. Estaba segura, por todo lo que sabía de ella, de que no sería nada de valor material sino más bien de gran significación emotiva y que le ayudaría mucho en su vida futura.
Para poder abrir el obsequio, además de la mayoría de edad necesitaba ser alguien estable y en control de sus emociones e impulsos, además de contar con el criterio suficiente para poder resolver todo tipo de problemas, algo que ella ya había demostrado poseer. Lo único que faltaba, entonces, era tiempo.
Clara se mantuvo expectante durante el transcurso de aquella semana, esperando que llegara el ansiado momento.
Con cada día pasado sus emociones se intensificaban más y más. Después de todo, éste sería el hecho más importante de su vida. Su madre era la única persona que podría haberla entendido y conocido verdaderamente, por lo que le parecía injusto no tener ningún recuerdo de ella. Lo único que quería era tener alguna señal de que la había estado acompañando de alguna manera especial en el transcurso de su vida. Pensaba que quizás eso se lo demostraría el obsequio.
Cuando ya el plazo estaba llegando a su fin pudo estar más tranquila. Sabía que solo debía seguir siendo ella misma y que durante todos los años anteriores se había estado preparando para este momento por lo que ahora ya estaba lista para afrontarlo.
El único hecho que lamentaba era el no llevarse bien con sus hermanos, pero era evidente que el problema provenía de ellos… en algunos casos cada quien debe darse propia cuenta de sus limitaciones y no culpar a los demás, que era lo que estaban haciendo al sentir resignación y envidia por Clara. Ella optaba por no inmiscuirse en sus asuntos y esperaba que tomaran conciencia por si solos. Algo de culpa también poseía su padre al tener favoritismos, pero era él quien debía percatarse de esto y solucionarlo, no su hija.
En todos los otros aspectos estaba segura de haber hecho lo correcto. Podría decirse, de hecho, que era una buena persona… pero ¿a qué se debía esto?
La respuesta puede ser bastante difícil, pues obviamente el haberse criado en un ambiente como el que tuvo no contribuyó en absoluto y ahí es por donde generalmente se parte analizando. Sin embargo en este caso era ella misma, por iniciativa propia, quien había buscado tímidamente hacer lo correcto… sólo era algo que salía de su interior, manifestado de forma muy intensa y espontánea en algunas ocasiones.
A veces hay personas que por más teorías que se formulen nunca podremos comprender por que son como son. Clara tenia eso en cuenta y por eso no cuestionaba su actuar. Sólo estaba segura intuitivamente de que debía seguir siendo así.
Ahora todo eso sería comprobado, pues había llegado el momento.
Era el día de su cumpleaños y en que pasaba a tener mayoría de edad. Era también el día en que sabría cual era el único legado de su madre y en el que entendería muchos aspectos de su vida…
Al momento de abrir el obsequio se dio cuenta de que, como creía, no era un objeto material. Era algo que siempre su madre había llevado al interior y cuando dio a luz traspasó a Clara. Ella lo tuvo durante toda su vida manifestándose sólo en algunas ocasiones, pero ahora que había sido abierto podría controlarlo para usarlo de la forma correcta.
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