No digas que el amor es un regalo
para la juventud en exclusiva;
es lozano el amor perennemente,
un líquido nenúfar invencible,
y espera
detrás de cada abismo,
después de los caminos extraviados,
nuestro encuentro.

También tiene el ocaso una esperanza,
que se vuelve más firme al asomarse
los filos silenciosos de ineludibles sombras.
Brillante es el ocaso
porque antes que en la muerte va pensando en la vida,
segura y transparente
como la blanca aurora que le sigue a la noche.

Ostenta la mañana su frescura
sin valorar sus propios resplandores,
pero la tarde sabe que se pude morir intrascendente
y elige levantarse para encontrar de nuevo
el sol en los pasillos de su carne.

ES MAS CIERTO EL AMOR EN EL CREPÚSCULO;
los ojos ven mejor en el reposo,
el tacto sigue vivo,
aún hay fuego en la sangre
y asombro en las pupilas
ceñidas a los labios que se abren
como una fuente nueva, inextinguible.

En horas de la tarde vuelve a ser el amor
nuestro descubrimiento;
cuando se pone el sol se ensombrecen las cosas
pero el alma se enciende
y arde en arreboles.