De un súbito sobresalto desperté. Miré el reloj, eran las cuatro de la madrugada. Mi corazón latía fuerte y sentía mis manos mojadas por el sudor. Todavía estaba nervioso por aquella pesadilla.
En el sueño, aunque algo difuso, aparecía yo acompañado con mi esposa y mis dos hijos viendo una película. Mi esposa me dijo que tenía sed, entonces fui a la cocina en busca de un vaso de agua. Allí comenzó el dolor. Tomé el cuchillo y como un loco enceguecido los maté a todos. Sólo me di cuenta de lo que había hecho cuando sentí mis manos mojadas de sangre. Fue en ese momento cuando desperté.
¡Que pesadilla tan horrible! Pensé. Me levanté al baño y al encender la luz los vi a todos muertos con sus caras deformes por la muerte. No fue una pesadilla. Observé mis manos mojadas de sangre y luego tomé el cuchillo.