Tres noches

El vago viaje de los ojos en un viejo tren del norte
Una aldea de hierros y maderas
Una combinación de juegos de
Azares,
Tenia yo seis años
Pasando el agrio matiz de mis ojos por la ventana en el espectro visceral de las “formas sin formas”,
Las estrellas giraban
Como ojos de peces en el cielo
El arte se pintaba por si mismo
entre murallones caídos en la pampa

Sin puertas,
sin la velocidad de un recuerdo,
Las vastas y tristes miradas de mujeres y ancianos.
El tiempo lo recogía en un instante como jugando sobre los caprichosos desenlaces
En la tierra del salitre
En la pampa del mundo
El blanco horizonte
La niebla espesa.

Alzaban mis manos en los húmedos cristales,
La insensatez de un silbido en la noche
Jugando yendo y viniendo
Con las sombras,

algo de ensueño ¿con la tristeza?
La luna inmensa trazaba su orbita espacial en un circulo,
Que ponía mi rostro entre planetarios sueños de viajes y destinos,
Veía hombres grandes sin recuerdos como ciegos,
como mártires de horas, de segundos, de lentas muertes,
Mientras descubría zapatos sin formas lánguidos ausentes,
sin propiedad,
El sosiego de mis manos caían entre el rígido banco de roble
¿fértil es el cuerpo cuando es ausente de formas y de esperanzas?
Los sombreros eran signos
Alados como aves resignadas a su propio vuelo,

Formas de gente presente llenos de ausencias,
La transmigración de ideas y lejanía
Los mostachos negros,
las trenzas caídas sobre hombros inertes.
Dejando un marasmo de soledad
Presente es la imaginación de que estamos vivos,
La velocidad maquinal y imperiosa del viaje,

En el ritmo inagotable de la vida,
Paseando irreverentemente por el inmenso vacio de palabras,
la vieja locomotora silbaba su pitazo entre arenas y oscuridad,
un fantasma de hierro adormecido


vagaba por el tiempo,
Rompiendo los gestos del día
Pasaba el controlador de billetes
Con su ceremonial uniforme azul oscuro, era la mañana del tercer día,
En la prisión transitoria de los destinos,
Todo fue hierro en el marco de los momentos
de
Negros y blancos,
Perfiles,
Sombras,
el zumbido espacial de los ruidos,
sin metas sin contestaciones,
todo vagaba en el punto neutro del día,
Faltando algunas horas antes de la llegada,
La basta humarada del dragón de hierro
Dialogaban con los asuntos del tiempo
¡El mar
al fin el mar*
La cinéticas formas de lejanías de las aguas
El otro desierto de la vida se dibujaban
Unos barcos
Un muelle
Una
Ciudad.
En un instante mi Madre me tomo del brazo conduciéndome a la puerta de desembarque,
Pulsando su voz
Quieta
Me dice entre palabras cruzadas,
Juan_
estamos en Iquique…
Juan_Poeta