Luego de un largo interrogatorio ellos confesaron, habian invadido propiedad privada y sustraido un paquete, gramo a gramo lo habian consumido hasta que no quedo mas que un malestar en sus cuerpos, ya no sentian el placer en cada dosis, sino la sensación y deseo de terminarlo todo - él tiene la culpa - argumentó uno de ellos, no debería manejar aquello pues sabe que nosotros somos adictos al chocolate, y era demasiada tentación ver los bombones y barras de chocolate de leche - ¿Dime que podia hacer? argumento el niño a su padre que no sabía de donde sacaría el kilo de chocolate zuizo que el abuelo había dejado en el cuarto de visitas para regalarle a aquella señorita encargada de los pasajes de cortesía que solían darle en carnavales. La madre complice en el delito, solo sonreía mientras su conyuge la desasía con la mirada no por rabia, sino por envidia de no haber probado el botín.