Ardo en deseos
de incontenible pavor,
recreo los pasos
que llevan al hedor;
de piedras quemadas
de catedrales excomulgadas
de la ira de Dios.

Son pesadillas, noches de vigilia,paso del tiempo
y el atídoto de todo es tu cuerpo,
meta inalcanzable,
rodeada de árboles frutales.
Y de nuevo me acompañan las musas,
susurran verdades que creo como mias,
interpreto la poesía que debana estos sesos
al aliento de un futuro etéreo en un vaso lleno.

Y al final del día solo eso,
la vuelta a la rutina,
las musas asesinan mi esqueleto
desprovisto de voluntad y de tiempo.
Al final de día del día solo eso...
...ha pasado el tiempo.