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El iba en el flipper, un caballo gordo y peludo, a mi me había tocado un buen pingo pero con un nombre del que cualquier caballo con sentido del ridículo se sentiría avergonzado, se llamaba perico plumas verdes.

Aquella mañana a Reinoso se le había ocurrido llevar las vacas a la feria pero al modo antiguo, nada de camiones jaula, arriando como en los viejos tiempos. El se oponía a ciertos cambios que impone la modernidad, decía que eran inútiles, que hacían al hombre perezoso, que los cambios solo beneficiaban a unos pocos ricachones y que los pobres siempre recibían el descarte. Yo creo que renegaba porque añoraba otros tiempos mejores

Reinoso era un tipo feo, morochón, de ojos saltones, la nariz y los labios gruesos, la piel curtida por el viento y el sol. También algo sucio ya que se bañaba cada 20 o 25 días, generalmente cuándo tenía que ir al pueblo a comprar provisiones. Ese día se pegaba una enjuagada en la bomba del patio, se ponía la mejor pilcha y arrancaba en el sulky para el poblado, normalmente a la tardecita cosa de hacer las compras y disponer de un buen tiempo para pasar por el club a tomar ginebra y jugar algún partido a las bochas.

El sol asomaba con toda la fuerza esa mañana, ya estaba arrepentido de haberme ofrecido a ayudarlo. Ese verano no tendría vacaciones de verano en la costa porque me había llevado algunas materias en la escuela y me mandaron a trabajar al campo de unos amigos de la familia. La gente era muy buena y me trataba bien pero tenían dos hijos con los que peleábamos continuamente, por lo que siempre que aparecía la ocasión de ayudar a algún vecino yo era el primer voluntario.

Ponete un gorro que el sol esta fuertón y ajusta bien esa cincha, no sea cosa que te tenga que sacar de abajo del pingo grito Reinoso ya desde la tranquera de la chacra, no lo converses tanto que es machito, gritaba y reía, subíte de una vez que las vacas se hacen viejas!, ya me puso de mal humor porque sabia que se iba a reír mucho mas cuando me viera arrimar el caballo al alambrado para poder montarlo, lo que pasa es que cuando uno no esta acostumbrado no es fácil además tengo una lesión en el aductor, de jugar al fútbol viste, trataba infructuosamente de disimular mi falta de pericia para subir al caballo.

Comenzado el viaje, el tranco de las vacas levantaba algo de polvo que el viento se encargaba de depositar en los campos a la orilla del camino. En mi walkman sonaba un tema de mula renga y recordé al profesor de matemáticas, vuelva en marzo!!, me dijo, su examen es paupérrimo. La noche anterior al examen nos habíamos juntado a estudiar pero apareció una botellita de licor de café casero y alguien propuso hacer un recreito entonces yo puse el casette de los hits tropicales de ese año y armamos un partidito de tute para distendernos un poco. A las seis y media de la mañana sonaba mula renga en el grabador doble casetera y nada quedaba en la botella de licor de café, como se paso el tiempo, dijo uno, estamos al horno dijo otro, no habíamos vuelto a tocar los libros y el examen era a las ocho.

No habríamos hecho ni siete de los veinte quilómetros que nos separaban de la feria del pueblo cuando pasamos por la estancia de los Hansen. En la tranquera una señora de buena apariencia parecía acomodar algunas cosas en su vehiculo, un Renault 4L rojo impecable, nos saludo amablemente cuando pasamos. Esta es la viuda del juez, dijo Reinoso, que había estado callado todo el viaje, la turra se caso con el viejo por la plata pero ya no le sobra nada, se la patinó toda en viajes y fiestas, ahora vive de una pensión del viejo y algo que le deja el campo. Parece una mujer joven, le dije, y bastante apetecible agregue con una sonrisa, me contesto con un si largo y abriendo mucho los ojos, si nunca trabajo, lo único que hace es cuidarse y enfiestarse con cualquiera, es una turra. Cuando la renoleta roja nos pasó tocando bocina lamente no haber estado haciendo dedo en ese camino.

Volví a escuchar música, esa señora me recordaba a la tana Marutti, una veterana del pueblo con la que debutaban los pibes y me acordé de aquella vez que juntamos plata durante varios meses para ir a hacernos hombres. Éramos cuatro, tomamos algo en el bar de Arismendi para hacer coraje y rumbeamos para su casa que quedaba en la zona de las quintas, tanto tiempo habíamos esperado ese momento que la ansiedad nos estaba comiendo, además veníamos juntando “energía” de varios días. A llegar a la casa golpeamos las manos y un momento después salió un hombre gordo atándose los pantalones, pasen, la tana esta adentro, nos dijo y siguió su camino. Mientras estábamos en el bar habíamos hecho el sorteo de los turnos y yo quedaba para el último, no importa, me decía a mi mismo, por ahí le caigo en gracia y me puedo quedar un rato mas.

Pasamos, la casa era humilde y había poca luz. En las paredes, pintadas de rosado con cal, colgaban algunas imágenes religiosas junto a un póster del ferro de griguol y un cuadro de Gilda. Pasen de a uno, gritó la tana del fondo, y mas vale que hayan traído la plata. Yo creo que en ese momento todos queríamos salir corriendo pero el orgullo y la necesidad hizo que fueran pasando en el orden preestablecido. En quince minutos ya había despachado a dos, yo miraba sus caras de satisfacción mientras el tercero hacia lo suyo, por fin iba a debutar, ya no me cargarían por “lavar la ropa a mano”, iba a ser un hombre. En ese momento se siente un grito y mi amigo aparece en la cocina subiéndose los pantalones, la vieja se murió, la vieja se murió gritaba y salimos corriendo.

El comentario en el pueblo, al otro día, era que mientras estaba con unos tipos le había agarrado un ataque de epilepsia y que cuando volvió en sí los clientes ya no estaban. Me consolé pensando que con la plata ahorrada podría comprarme el walkman, además los pibes no podrían contar su hazaña por miedo a que los acusen de algo así que mi orgullo estaba intacto.

Ya era cerca del medio día y el sol calentaba muchísimo. Reinoso renegaba porque había escuchado que indultarían a unos militares acusados de no se que cosa y decía que el día que lo agarran cruzado se iba a tomar el tren a buenos aires y que lo iban a tener que escuchar toda esa manga de políticos chupasangre. Los ojos se le estaban inyectando en sangre y ya empezaba a tartamudear cuando en el camino divisamos el auto de la viuda de Hansen parado. Volví a sonreír, tal vez si me manejaba con el tacto suficiente podría concretar alguna visita a la estancia de la viuda, las vacaciones al fin y al cabo no serian tan malas.

Se me rompió una rueda y no puedo cambiarla, dijo la señora que al verla de cerca vi que era mejor mercadería de lo que me imaginaba. Pelo morocho, ojos claros, piel bronceada y un escote en el que sin dudas invertiría todos mis ahorros. Vas a cambiar la goma o te vas a quedar parado como un zombie? dijo Reinoso y me puse colorado al ver que se habían dado cuenta como miraba a la señora. Claro no hay problema, dije, sabia que con eso me ganaría algunos porotos. Cambiar la goma no fue fácil, los tornillos estaban muy apretados y el polvo que levantaban las vacas, sumado al intenso calor, volvían insoportable la situación. Cuando terminé estaba todo sucio y transpirado pero sabia que valía la pena el esfuerzo. Reinoso y Graciela, así se llamaba la viuda, salieron de abajo de la planta en la que se resguardaban del sol y vinieron hacia el auto. La señora me agradeció mucho la ayuda y con una sonrisa cómplice dijo que nos quería agradecer y que a la noche, cuando volviéramos del pueblo nos esperaba a comer en su casa, que compraría buen vino y que a Reinoso le prepararía el postre que a el le gustaba.

Monté el perico plumas verdes y seguimos viaje, mientras el auto se perdía de vista comenzaba a imaginarme lo que pasaría a la noche. Que viejo salame este, mira que va a pedir postre teniendo a semejante mujer, con esa reputación, que salame me repetía una y otra vez, hay gente que no aprende más. También pensaba en los pibes que habían estado un tiempo atrás con la tana, como me van a envidiar, si la tana no tiene ni para arrancar con esta mina, además tiene una estancia y es delicada, por fin empezaba a disfrutar las vacaciones, en marzo seria otro, le iba a enseñar a los profesores que me habían mandado a marzo que yo no era ningún gil.

Aunque el calor fue implacable y el polvo se pegaba al sudor de mi cara yo estaba feliz, no importo que ni siquiera paráramos para comer, desde ahí el viaje se hizo mas corto de lo pensado. Cuando quise acordar ya habíamos entregado los animales, para el remate del día siguiente, y nos disponíamos a tomar un refrigerio en el sirio, así le llamaba Reinoso al club Sirio Libanés, donde concurría, casi sin excepción, en sus visitas al pueblo.

El regreso fue rápido, antes de que se escondiera el sol ya estábamos llegando al campo de los Hansen. En el sirio, mientras Reinoso jugaba un partido a las bochas, me enteré que en Nogoyá, su pueblo natal, el tenía una imprenta y que cuando los militares lo metieron preso por sedición, su compañera la vendió para subsistir y luego se marcho con un vendedor de implementos agrícolas. Por un momento sentí culpa de mis apreciaciones hacia su persona y hasta llegue a pensar que debía hacerme a un costado y permitir que el se quedara con la viuda, si fuera necesario hablaría con ella para que no lo desprecie total yo era joven y podía esperar.

Antes de dirigirnos a la casa pasamos por el molino para refrescarnos un poco y sacarnos la tierra, lamenté no tener un poco de desodorante, con el aire del viaje y esa refrescada había cambiado de opinión y decidí que no dejaría pasar la oportunidad, después de todo el que le ayudó a la viuda había sido yo y ella quería devolverme el favor a mí.

El antiguo caserón tenía una amplia galería en donde se encontraba preparada una mesa de madera rústica con cuatro sillas, dos faroles de gas alumbraban el lugar y en un tocadiscos conectado a una batería sonaba un tema de los wawancó. Adelante muchachos, dijo, siéntanse como en su casa, mientras abría los brazos para enseñar todo el lugar. Me quedé paralizado, traía un vestido de hilo blanco muy corto y entre algunas caladuras del tejido se insinuaba su diminuta ropa interior, traté de disimular mi interés en esos pequeños agujeritos del vestido pero ya era tarde, con una sonrisa me dijo que lo había comprado ese día en el pueblo, un frío me corrió por la espalda y no me salió ni una palabra. Su cuerpo era grande y con muchas curvas, tenia mucho de todo, en todo el día no había podido decidirme por donde empezaría a tocarla cuando llegara el momento.

A esa hora la picada con gancia era como un tesoro. Luego vinieron las pastas y el vino y una sobremesa escuchando discos de la década del setenta, yo tenia algo de sueño por el esfuerzo y porque no podía participar en la conversación pero al pensar en como terminaría esa noche volvía a desvelarme. De repente Reinoso se hecho para atrás poniendo la silla en dos patas, se frotó la panza con sus manos y exclamó que era un buen momento para comer el postre. Me parece bien dijo ella y entró a la casa meneando su cadera de manera exagerada, un momento después Reinoso se paro, me agradeció por la ayuda del día, me invitó a acompañarlo a la feria al otro día y antes que pudiera contestarle ya se había encerrado en la habitación con la viuda.

Había comenzado a soplar una brisa fresca y el disco de camilo sesto repetía continuamente la misma frase. Esperé un momento pensando que podrían salir de la habitación diciendo que era una broma y que ese lugar era definitivamente mío pero al poco tiempo comprendí que eso no sucedería. Con algo de angustia y vergüenza terminé mi vaso de vino y monte al perico plumas verdes confiando en que el sabría rumbear para la casa, puto!!!! le grite al fliper a la pasada a modo de venganza por la canallada de su patrón. Era una noche clara con muchas estrellas, en el camino me dije que podría pasar un tiempo más lavando la ropa a mano pero que ya no me llevaría materias a marzo, mi lugar era en la costa con mis amigos, con los que postre es postre y no en el campo donde el trabajo es sacrificado y la recompensa escasa. También me acordé de la tana Marutti, ¿Cómo estaría su salud?, tal vez podría hacerle una visita cuando regresara al pueblo.

Texto agregado el 29-01-2009, y leído por 158 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
01-02-2009 Brillante. cienfuegos
29-01-2009 una gran cantidad de imagenes en tu escrito;) lya_witch
 
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