LO QUE SUCEDIÓ UNA MAÑANA EN MI CABEZA
Ardiente réquiem de luz
Contrariada esencia maligna,
Que tal cual te escondes como la muerte,
Esa insensible logica sin ser para mi existencia,
Negada por el infinito de mis sueños,
Lejanos, pero sueños al fin y al cabo,
Regodeando palabras inertes,
Trazaba ella, lo anterior en su mente,
Mientras la lúgubre agonía, me sonreía en la cara,
Fue entonces cuando entonces
Sucedió:
Contrariados salimos de nuestras camas frías,
Tonto es mi decir un plural,
Si era una sola cama,
Clavada en ese mismo tic-tac del día, tras dia,
Una semejanza maldita,
Tal vez aquí tienes el culpable,
Tal vez.
Luego reconocí el sonido de tus vocablos,
Eran vocablos fríos,
Demarcándome la situación que acontecía,
Era la hora de huir de nuestros cuerpos.
La celda, es hoy muy grande para mí,
Entonces recurro a tu presencia, hecha imagen del recuerdo,
Pues es así como te veo,
Escurriéndose en mis manos,
Hago presa del sabor amargo,
Y desnudo a la inocencia,
Para violarle en tu ausencia.
De pronto al ocaso tardío de mi iris,
Mis pasos se revuelcan,
Una imagen femenina acerca su piel de oro,
Para aquel apostador barato,
Que da su bendición, en tregua de satisfacción,
Y es de nuevo el ancestro de mi amor,
El que huye con rencor,
Caminando sobre tu suelo, retrocediendo sin lo ajeno,
No basta el olvido,
Cuando el presente de ti esta constituido.
En mi ultimo gesto inherente,
Veo tu sombra abrasando la propia,
Y como escondido en tus labios,
Salgo para ti,
Y sentenciado para mi,
Un no se, si es un final feliz.
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