Toco tus manos
y la línea de la vida se prolonga en las mías;
se hace más intensa y verdadera
porque es acariciar el infinito
y sentir que en mis palmas
palpita el universo.

Si tú fueses gitana
podrías leer mis manos y hallarías
que al roce de tus dedos, a su amparo,
se visten de elegancia,
elevan su firmeza y hasta olvidan sus huellas.

Enciendes horizontes con las blancas palomas de tus manos,
y el eco del pasado se disuelve
en el relampagueo que brota de tu espalda
y va por tu cintura nacarada hasta mi limo
que en tus manos estalla.

Amo tus manos y me asusta
quedarme un día sin ellas;
es fácil entenderlo:
Mima y teme la luz del mediodía
el alma estremecida de alborozo.

Ven. No me niegues tus manos;
acorta las distancias, no me alargues los días:
no hagas breve mi vida.