DOS REPLICAS Y UNA DESESPERACION
Tres meses atrás, a Agustina (su hija de tan solo ocho años), le diagnostican un Linfoma maligno y el problema en si no es ese, sino el dinero para comprar las medicaciones.
Raúl recurre a sus ahorros, recurre a vender la platería de su difunta esposa, recurre a sus amigos, recurre a los dueños del restauran en donde acomoda autos y cuando todo se agota, ese regalo navideño de dos replicas exactas de Baretta 9 mm empiezan a cobrar vida. Raúl las limpia, piensa, limpia y piensa.
Agustina entra sin aviso al cuarto. Ve la mirada extraviada de su padre y las Barettas en sus manos.
-Papa ¿Qué haces? –pregunta inquieta Agustina
-Limpio estas replicas para ver si alguien las compra- le responde Raúl
-Papa, ya no nos queda nada por vender. Bueno, salvo eso, pero quedate tranquilo papa, falta poco para que nos den el subsidio- dice Agustina con cierta dificultas por la falta de dos dientitos delanteros.
-Vos no sabes nada- responde Raúl con cierta violencia y prosigue: -Acá no te dan una mierda. Prometen, prometen y prometen, pero olvidate de ese subsidio porque es una mentira. Sacatelo de la cabeza haceme el favor-
Y es cuando dice su última palabra que ve como Agustina tiembla y se le llenan los ojos de lágrimas.
Pausa. Raúl siente la herida y se le humedecen los ojos
-Perdoname mi vida- dice Raúl haciendo un esfuerzo con su garganta para que no le tiemble la vos.
-Perdoname- sigue Raúl – Veni mi chiquita mía, veni. Es cierto, el subsidio esta por salir y vamos a poder comprar todo lo que necesitas. Perdoname, vos sabes que yo soy medio loco con las cosas que prometen-
-Si, ya se, loco- responde Agustina que ahora lentamente sonríe y abraza a su padre.
- Esta por salir, papa- dice Agustina.
- Es así mi vida, ya esta por salir.
- ¿Vas a vender esas replicas?
- Si, tengo que verme con un tipo mañana temprano que por ahí las compra.
Se quedan los dos en silencio, Agustina hecha un ovillo sobre las piernas de su padre, mientras este le desenreda el pelo con sus dedos y la mira como quien puede ver estrellas fugaces en el infinito. Luego Raul la lleva dormida a su cama, la observa dormir un rato y se vuelve a su cuarto a limpiar y pensar.
Este es un amanecer distinto para Raúl. No seria distinto si su hija gozara de buena salud, pero no es lo que sucede. Son solo deseos de Raúl, por lo tanto Raúl esta parado en ese punto que estudio previamente y al que llamo: “el punto estratégico”.
Espera que abra el banco. Observa, transpira, escupe y el reloj le dice que todavía faltan algunos minutos mas de ansiedad, temor, bebida de petaca y repetirse para si mismo oraciones de coraje.
Agustina se despierta y por hacer algo comienza a leer un párrafo al azar del cuento La Sirenita:
“Cada una de las princesas tenia en el jardín un pedazo de tierra que podía cultivar según su gusto. Una le dio forma de Ballena, otra de sirena, pero la mas pequeña hizo el suyo redondo como el sol y lo planto con flores tan rojas como el”
El banco abre puntualmente sus puertas e ingresan algunos que estaban esperando de antes y Raúl mira como lentamente se arma una pequeña cola para las cajas, así como también mira a uno de los guardias. No deja de envidiar a cada uno de los que están allí. No puede despegarse la idea de que todos están bien acomodados, con sus obras sociales, sus jubilaciones, sus sueldos fijos, su seguridad.
Agustina sigue imaginando como “La Sirenita deseaba saber como era el mundo humano. De que hablarían, como serian sus barcos por dentro, como se divertirían.”
Raúl sabe que los tres guardias del banco están armados. Balas verdaderas. Las suyas tan solo son unas vulgares replicas. Los guardias toman café y hablan entre ellos como si nada fuera a suceder.
Raúl da el primer paso hacia la puerta. Alguna posibilidad hay. Tiene algo que ellos no. Tiene dos replicas y una desesperación.
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