La felicidad se nos comparte cuando algo nos sucede, que es motivo de acelerar nuestro corazón junto con una suave que es placentera fragancia llamada sentimiento. Cuando reímos, cuando cantamos, cuando jugamos o cuando escuchamos algo que evoca nuestro sentir como una llamada esperada, y lo saca afuera para que vea la luz, acompañado con unos brillantes y llorosos ojos; eso es un verdadero sentir.
Ofrecemos palabras al viento gratuitamente, cargadas de significado para el cielo, y estas se elevan a gran altura, revientan y se mezclan con el aroma a vida, con la sinfonía de pétalos volátiles conmovidos por la velocidad del aire virtuoso, que viaja a través de lo pensado. Tenemos grandes motivos para respirar la armonía de luces y colores, que engrandecen el alma de hasta el más humilde ser rebajado ante la postura de rodillas que reverencia a un gran enigma incomprensible; simplemente, no hay tiempo para conocedores cuando el alma está en su clímax de agradabilidad.
El tiempo que corre y nos congela, pronto se vuelve cálido y majestuoso al contemplar y sentir cómo es que las aves del cielo también un registro poseen, o como es que los conmovedores valles llenos de miel hecha música placentera para escuchar voltean, nos miran y saludan con una reverencia respetuosa, y nos dicen “por favor vuelve pronto”. No dejare de sorprenderme con lo bello de nuestro hijos, con lo maravilloso que es admirar con profunda fijeza una puesta de sol cálida y amable, que en compañía de nuestro amado ser más incomparable es, y aún si no tenemos amor alguno, los paisajes nos acogen valientemente y nos abrazan, mimetizándose con nuestro fluir de sangre que lleva la vida a cada rincón de nuestro cuerpo, sin siquiera pensar en comenzar a rechazarnos por nuestros defectos, que muchos son.
Nuestra concepción está diseñada para ser queridos, para recibir amor, incluso es. No dejaré de maravillarme con lo bello que es una vida, pero una vida con esperanza, una esperanza de que todo lo visto y maravillado es para algo mucho más importante que mis propias sensaciones momentáneas, egoístas al frío de la mañana. Como linda una casa es esto, pero que sus dueños adornan con objetos placenteros a la vista y al sobrecogedor estar. Así es mi vida, necesito adornos, cosas de las cuales pensar profundamente y luego de un esfuerzo sublime sentirme feliz por valorar mi vida tanto, y cuidarla tanto como para dar conceptos verdaderos, entregarle significados que signifiquen significados, que valgan la pena como para poder sentirse contento y sonreírle a la vida por que nuestro peso como sentimientos intelectuales andantes y pensantes, nos agradecemos paralelamente al dar de nuestro corazón, cosas y momentos con toda la sinceridad y alegría que pueda existir. |