Últimamente tuve la tentación de leer a Borges, y aunque el frenesí de una vida con más “tengos” que “quieros”, pone limitaciones absurdas a mis deseos, como en un sublime y casi lastimoso acto de rebeldía he logrado arrebatarle algunas horas a mis responsabilidades, y he consagrado mis ganas.
Con el afán de ser sincero, me veo obligado a confesar (sin ningún pudor ) , que mi ignorancia en cuanto al significado de unas cuantas palabras utilizadas por este señor, y quizás por el abismo que existe entre su genio y el mío, he acabado de leer algunos de sus textos sin haber entendido nada. En algunas ocasiones, abandoné la lectura en mitad de la trama. Este hecho, que vislumbra mi relativa ignorancia, por momentos me hizo sentir frustrado. En otros, satisfecho. A menudo pienso que la literatura es como la magia, mientras uno desconozca el truco que se esconde detrás del acto misterioso, la magia es magia, y eso es encantador en un mundo tan razonado. Eso mismo me reconforta. (Tal vez soy un mediocre).
Al fin y al cabo, el hecho es que estuve leyendo a Borges, y a pesar, como dije antes, de que muchas veces al final de la lectura me sentí vacío por no haber descifrado el mensaje implícito o explicito plasmado en la obra de este escritor, de Borges, he notado que más tarde o más temprano en la mayoría de sus textos recurre, (o al menos, quizás por arte y obra de la casualidad, en los textos que he leído yo) a un tema en particular. La inmortalidad.
Este hecho, repito, quizás casual, me ha empujado a pensar en la inmortalidad, y a engendrar mi propia teoría sobre la misma. La hipótesis comienza a tomar forma, o a convertirse en una idea deforme, según se quiera juzgar, por la existencia de varias incertidumbres.
¿Qué es la inmortalidad? ¿Será tal vez, confinar el latido de un corazón en un futuro sin horizontes? ¿Será caminar sin pausas hacia la inalcanzable eternidad? ¿Será ser por siempre el dueño de un pedazo de presente en un tiempo infinito?
Nuevos cuestionamientos me han resultado ineludibles, entonces, ¿Qué es la eternidad?, ¿Qué es el infinito? ¿Para siempre?
Las consecuencias de plantearse estos interrogantes fueron también ineludibles. Me sorprendí a mi mismo atrapado, perdido y desahuciado, entre las entrañas insondables de mi propia mente, de mi propia (por momentos miserable, por momentos gloriosa) existencia.
La respuesta, o las respuestas, a mis preguntas y a mis dudas, también permanecen aun hoy atrapadas en este laberinto que me es tan ajeno como propio.
(Quizás aquí la respuesta…)
Lo cierto, es que no me daré por vencido, me perderé concientemente en estos laberintos que hostigan la voluntad, cada día, todos lo días, hasta hallar la verdad. No siento miedo de tributar con mi cordura. Porque creo, sin vacilaciones, de que en ellos se oculta lo que busco. En ellos se esconde la inmortalidad, la mía, la tuya, la de Borges también.
Y ese día, el día en que haya vencido a la muerte, ese fantástico día en que sea capaz de huir de mis laberintos llevando conmigo la invalorable nueva virtud. Ese día en que tenga entre mis manos la verdad, seré feliz, y seré generoso, (quizás me parezca a Dios).
Sin embargo, pensándolo bien, el interrogante es ineludible, ¿Qué es la verdad?, ¿Existe la verdad? ¿Existe en mis laberintos?...
|