Un niño jugando a recordar lo que aún no es. Deshojando las flores de un campo inexistente.
Los hombres abrazan las sombras del imposible, fraccionan los sueños para beberlos de a poco.
Cuando sea grande quiero ser niño.
La mirada de otros se pierde entre las sombras de mis pasos.
Camino entre campos sembrados de viento, con mi bolso repleto de muertos placeres; de abúlicos sueños.
Escondo bajo la ropa una canción en pedazos, no recuerdo los nombres de la noche en primavera.
Flores de arena crecen entre mis manos. Y mis ojos, resecos astros de porcelana, fríos como el fuego.
Besos desprolijos, afiebrados. El silencio gritándome al oído, pidiéndome que calle.
Me alejo porque es de noche, y porque luego será de día. Envuelto en cristales consumidos, mustios, deslucidos.
No quiero mirar atrás, le temo al mañana. No quiero mirar tus ojos, porque sé que no me miran.