Querido amigo Haller.
Como usted me refiriera sobre el ignoto libro de agua y de las instrucciones que deben seguirse para poder leer sus inquietas páginas; ha vuelto a mi memoria, lo poco que se sobre él y especialmente la primera recomendación que usted transcribe, que no es otra que la de “ser feliz”.
En el instructivo que me comentara asistido por su impecable memoria, refería que un ejemplar podía encontrarse en la Biblioteca Nacional, a pesar de la sequía del 55 que había acabado con todos los ejemplares sobre el tema.
Todavía en vida de mi padre, visité la vieja biblioteca de la calle México y con inocultable inquietud, pedí al bibliotecario me guiara al anaquel de obras hídricas. Las sombras comenzaban a empañar mis ojos en aquellas épocas pero recuerdo perfectamente el camino que seguimos en el depósito.
Llegados a lugar, el anaquel de libros estaba vacío, el empleado me miró desaprensivamente y me dijo que, tal como usted relatara, la sequía del 55 había hecho estragos.
Con discreción me dejó solo ante el hueco en los estantes que yo miraba con desolación. Pensé ensimismado que mi tarea había terminado y que volvería a casa frustrado en la búsqueda; cuando detrás del anaquel, caído y trabado entre los estantes, encontré un volumen en rústica, visiblemente atacado por la humedad. Lo guardé entre mis ropas como un delincuente y salí con mi padre de regreso a casa.
Quiero, mi estimado amigo, no culpe a la sequía porla evaporación del último de los libros de agua.
Cuando torpemente abrí el ejemplar en mi escritorio, se escurrieron las palabras de las páginas y se empapó la alfombra. Desesperado y de rodillas sobre ella, alcancé a leer una única frase final que atribuí al primero de los mandamientos que usted refiere en el instructivo.
Desde ese día, traté de cumplirla a lo largo de mi vida, hasta que las sombras terminaron por cercar mi existencia. He fracasado en este cometido y ahora en Berna, sólo me queda visitar algunos vecinos ilustres, mientras mi secretaria se dedica a organizar conferencias, corregir mis viejos escritos o borrar mis dedicatorias.
Un abrazo como siempre...
J.L.B
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