Día tras día se levantaba con el alba para acudir a la marina con su caña de pescar, era una playa de mar suave, de orillas ligeras, de arena fina, de color de oro donde sus días pasaban sin asomo de premura, sin atisbo de ruptura de una monotonía buscada, anhelada por un ser que dedicaba su tiempo a soñar, sus sueños eran dirigidos hacia un futuro cercano, eran sueños de mar, de hombre curtido por la brisa marina y el sol.
Relataba en mente su circunstancia real y lo que debía acontecer para salir de esa playa…pensó en un pez muy grande atrapado en su sedal, en su lucha para atraerlo hacia el manto arenoso… de repente noto como su caña se inclinaba en arco hacia el frente queriendo huir de su mano, aferró fuertemente su mango dando inicio su reyerta por sacar del agua aquel pez que se dejaba notar de tamaño descomunal por su poder de disputa, tras largas horas de lucha aquella pieza apareció ante sus ojos era realmente enorme. Su precio en la lonja fue grande, marcho de allí contando el dinero y encamino sus pasos hacia la casa del mar adquiriendo dos cañas mas para su próxima pesca.
En las jornadas siguientes su capturas aumentaron y con esto sus ingresos, con lo que pudo adquirir una pequeña barca, y, su manera de pescar cambio pasando a ser barquero y con ello sus ingresos siguieron en aumento.
Al final de unos años decidió comprar un barco cambiando de nuevo su manera de pescar, pasando a ser patrono de un barco llamado pescador, día tras día seguía saliendo a faenar hasta que aquella fatídica jornada el mar engullo su barco…
De repente un fuerte tirón en su caña lo despertó del sueño, se encontraba en su playa, de mar suave, de orillas ligeras, de arena fina, de color de oro donde sus días pasaban sin asomo de premura, cogió su navaja y cortó el sedal decidido a no cambiar su manera de pescar.
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