Cuando no tienes trabajo, 20 anos y mucho tiempo que gastar no hay nada mejor que aplanar calles, la jerga local tiene multitud de nombres para nuestro deporte de juventud del país: latear,huevear,patear latas con efecto, en fin. Manongo llevaba ya 4 años de hueveo profesional, después de ingresar a San Marcos y adaptarse a la modorra de la vida universitaria y sus privaciones, no había podido encontrar un trabajo de medio tiempo ni la universidad con su horario enrevesado lo permitía.
En casa de sus padres en Magdalena, no había mucho espacio en verdad, la casa por así llamarla, tenía la dimensión de un cuarto grande estrecho, con una sala que servía de taller de costura, una cocina ínfima y un baño que era solo un inodoro, la ducha no existía, esta era una batea y un jarrito naranja, ya viejísimo este ultimo. Pero Manongo dormía en una especie de buhardilla arriba, a la que se llegaba por una escalera estrecha, habían revistas y periódicos por todos lados, y en una caja inmensa, cerrada con llave y candado, había un tesoro de revistas pornográficas y los intentos literarios de Manongo desde la secundaria. Habia visto crecer su colección con tanto orgullo! ,compradas furtivamente, introducidas a su casa de mil maneras, Manongo tenía verdadera pasión por la pornografía, cómo otros coleccionan estampillas o discos, por la literatura tenía otra obsesión, lo fascinaban escritores decadentistas y estetas, había copiado de su peinado de Oscar Wilde y usaba un viejo gabán negro de su abuela que no se quitaba ni en el verano húmedo y pegajoso de Lima, llevaba todos lados una edición francesa de “les fleurs du mal” y lo leia a menudo en voz alta, sin entender ni papa, decía que el lenguaje lo seducía.
Y Manongo aplanaba calles con su gabán negro y el pelo cayéndole sobre la cara, se sentaba en un parque y comenzaba a tomar notas para su próxima novela, una vez me conto su sueño de convertirse en escritor de las historias eróticas de Playboy o Penthouse. Tenía mil fetiches, antes de que el internet convirtiera la pornografía en algo demasiado accesible y le quitara su halo de misterio, Manongo se deleitaba en pedofilia, gerontofilia, pizcaismo,sadomasoquismo,vouyerismo,zoofilia y todos los ismos y filias existentes. Una de sus fantasías recurrentes era la de ser amante de una mujer mayor de 50 anos, rica y desesperada por sexo, que lo convirtiera en su querido oficial, y lo sacara de ese cuartito inmundo de quinta vieja de magdalena, tales eran los sueños burgueses del joven Manongo, un dormitorio burgués de distrito de clase alta Limeña, una vieja rica que conociera a fondo las inmundicias deliciosas del ring de las cuatro perillas y que tal vez, le comprara un gabán nuevo, porque no?...
San Isidro era uno de sus lugares favoritos para caminar, las calles aledañas al golf, el olivar, lo hacían distraerse y olvidar por un momento las miserias de su quinta Magdalenense, las calles atiborradas de ambulantes, verduras podridas, esquinas atestadas de basura, cuando regresaba a casa de noche, los fumones iluminaban sus pasos melancólicos con pitillos encendidos resplandecientes en la noche húmeda deMagdalena.
A Manongo le sucedían cosas rarísimas, algunas las documentaba en papel, las mas eran aventuras eróticas inacabadas que concluía en el papel, todas esas historias las guardaba en un folder especial, en su archivero en la letra A, “arrechuras y afines”, todas esas historias formaban parte de su dossier que lo convertiría en el eslabón perdido de la pornografía y la literatura, que lo pondría en la colección “la sonrisa vertical” junto Sade y Sacher-Masoch, que lo harían publicar en PLAYBOY y posar en fotos junto a conejitas rubias de senos descomunales….
-Mira por donde andas baboso!
Casi lo atropellan por vivir en las nubes, Manongo ha llegado a esta zona bonita de casas preciosas y no tan grandes en una de esas urbanizaciones de las que no se acuerda el nombre, se sienta en un parque y saca su cuaderno de apuntes…
Cuando clavan los ojos en ti una especie de sexto sentido te hace voltear en dirección de quien te observa, una señora en la casa del frente riega su jardín en ropa deportiva, Manongo se sintió escudriñado y respondió a una sonrisa con otra sonrisa, la mujer madura esa tan guapa le estaba sonriendo a el, y él se cercioro que efectivamente era el único sentado ahí a media mañana en ese parque al frente de esa casa, cuando ella asomo de nuevo le sonrió de nuevo y le dijo con una seña que se acercara, Manongo se recontó así mismo y a una velocidad vertiginosa la historia de la sexy mujer madura que lo haría su amante y lo sacaría del cuchitril de Magdalena, mientras se acercaba decidido a ella enfundado en su gabán negro .
Era definitivamente sexy, tenia uno de esos cuerpos que solo se consiguen con cirugía y esclavitud en el gimnasio, debía tener sus cincuentaitantos, pensó que era perfecta, le hablo cortésmente y le pidió que por favor le ayudara a cargar unas cajas, que disculpe la molestia, que le pagaría por ello, que estaba sola en casa y necesitaba ayuda, todo esto con la sonrisa mas encantadora y unos pechos sublimes que subían y bajaban con su respiración entrecortada como agitada, sus pezones se traslucían insolentes tras la leve blusa blanca de gasa.
Por mirarle los pechos dijo que si mecánicamente a todo, la siguió por corredores preciosos y pulcros hacia un lugar que parecía como un cuarto de lavado, mientras caminaba tras ella comprobó que tenia hermosas nalgas y piernas agiles y torneadas, pies pequeños y gráciles, pantorrillas redondeadas que provocaba morder, torpemente siguió sus instrucciones y movió unas cuantas cajas que en verdad no estaban tan pesadas tratando de ocultar una erección prominente, ella lo noto y mordiéndose los labios se acerco a él y cogió con su mano de unas pintadas y alhajas el paquete poderoso de Manongo , después fue directamente hacia su boca, sus lenguas se encontraban, el palpo su cuerpo duro cual un pulpo de mil tentáculos, y cuando acaricio su vulva la sintió húmeda, un gemido de placer lo estremeció, su erección era tan intensa que era dolorosa…
Manongo recordaba hacia unos años atrás, en tiempos del servicio militar obligatorio, como lo habían preseleccionado y tuvo que pasar los exámenes médicos que pasa la futura tropa, los ponen desnudos en fila india y les hacen flexionar una pierna, quien sabe por que. Un sargento pasaba revista antes que los médicos se acercaran, Manongo con su palidez y delgadez extrema y su aire distraído llamaba la atención, pero cuando el sargento bajo la mirada le espanto lo que vio, Manongo tenía una erección descomunal…-Que se había creido? Me baja esa pichula inmediatamente!- Manongo no podía, como explicarle a esa bestia en uniforme que el sufría de priapismo…- Sera maricon uste?, aquí hay puros hombres calatos! Como se le va a parar? Será maricon uste? Baje esa pichula le he dicho!..- El sargento le dio un golpe ligero en el pene con una varilla delgada y el pene seguía enhiesto y desafiante, los soldados rieron y el sargento sintió su autoridad amenazada por una pichula insubordinada asi que le dio un varillazo agudo como un latigazo, el pobre Manongo se desvaneció de dolor en momentos en que llegaba el médico, que le dijo su vida al sargento bestial, tras confirmar que efectivamente el recluta sufría de priapismo y era inapto para el servicio activo en el ejercito, el sargento acabo pasando unos días en rigor, Manongo anduvo adolorido unos días y luego se sometió a tratamientos que finalmente le curarían.
Pero esta vez no era fantasía, no era uno de sus relatos de la sección “arrechuras y afines” , esto era real y estaba desnudándose junto a esa mujer esplendorosa y bronceada, ella lo llevo de la mano hacia alguna otra habitación mas cómoda el supuso , bajaron desnudos unas escaleras y tras abrir unas puertas mohosas de madera, llegaron a una habitación circular con una cama de agua de sabanas rojas, Manongo pensó que la realidad se parecía demasiado a sus historias, y la urgencia le hizo trenzarse inmediatamente con esa mujer espectacular, se lamian las lenguas y los sexos con desesperación, ella le pidió que la penetrara ya que no aguantaba mas, el la penetro, ella le rogo que aguantara lo mas pudiera y que le dijera cuando iba a eyacular porque ella quería beber cada gota de su liquido viril.
Entonces en ese preciso momento en que tomo conciencia del cuerpo perfecto que se flexionaba y jadeaba bajo su empuje viril, cuando vio cuan bella era la mujer a la que copulaba, que quiso dejar ir todo y sintió que podía eyacular su propia alma como si no pudiera creer tanta dicha y tanta suerte en ese encuentro anónimo, furtivo, fue en ese mismo instante cuando sintió, olio y vio la mole que se aproximaba hacia el por detrás…
En fracciones de segundo vio a un hombre inmenso, de vientre colgante y velludo, cabeza calva y bigotes y barba, con ojos de furia demencial, estaba desnudo y se aproximaba hacia el con una erección aterradora a una velocidad espantosa…
Dicen que cuando se esta en una situación de peligro, ansiedad o a punto de alcanzar un gran orgasmo el esfínter se dilata…
Las paredes de la habitación circular en el sótano, ahogaron los gritos de Manongo , manos de hierro lo sujetaron…
Allá afuera todo era tan perfecto, las calles limpias y los jardines preciosos, todo muy diferente al mercado de Magdalena.
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