El corazón de Rojo latía aceleradamente, mientras Bermellón no dejaba de mirarlo a los ojos

-¿Pasa algo?- volvió a preguntar Bermellón. Rojo volvió a tomar aire pero impactado contempló como Bermellón le tomaba el hombro para ponerse de pié y gritar: ¡Condesa!- y luego agregó entusiasmado: Tengo que presentarte a mi mejor amiga, te encantará- Rojo hizo una mueca, con un poco más de esfuerzo podría haber parecido una sonrisa. Aunque cuando giró su cabeza su expresión cambió, hasta ellos se acercaba una preciosa e inquietante muchacha, vestida con atuendos góticos color negro y morado, de piel blanca y maquillada a más no poder, daba la impresión de que fuera una muñeca de porcelana, destacaba entre el resto de la multitud presente. Pero no fue la apariencia lo que le llamó la atención, si siquiera el dulce tono de voz , digno de una soprano de su nivel,con que los saludó a ambos, sino una energía que la rodeaba, algo, difícil de explicar, una armatoste invisible que hacía que semejante persona, totalmente fuera de contexto pareciera tan interesante y envolvente...Rojo quedó perplejo y cautivado con Carmín- ese era su nombre, pero todos la conocían como "La Condesa", la muchacha compartió un instante con ambos, debía ir a ensayar junto al coro de la Universidad, así que se despidió de ambos y se entremezcló a duras penas con la multitud.- Cuando Bermellón le contó a Rojo que Carmín era de mente abierta y autodenominada bisexual, creyó que tal vez Carmín y Violeta se llevarían excelente si se conocieran.

Luego de semejante encuentro, Rojo y Bermellón se fueron a comer al Local más cercano dentro del campus, dos inmensos emparedados de palta y jamón. Bermellón no volvió a preguntar que ocurría y Rojo prefirió olvidarlo. Ambos se fueron a casa el estudiante de Música para pasar la noche juntos, ninguno de los dos imaginó que la comida les caería mal y terminarían así de enfermos. Rojo se sentía morir, estaba más enfermo que Bermellón quien le sobaba el estomago tiernamente, pero no era suficiente. Entonces el chico se levantó al baño, caminó por el oscuro y rechinante pasillo hasta llegar a el, pero lo único que hizo fue tumbarse en el piso y sentir las baldosas heladas en su espalda, mientras a lo lejos se escuchaban los insultos de una pelea. La noche avanzó y Rojo se quedó ahí, sintiendo lo que creía eran sus últimos instantes de vida.
Rojo despertó, no sabía cuanto tiempo se había quedado en el baño, retornó a la habitación y ahí estaba Bermellón dormido, se acurrucó a él y esperó a que un par de horas pasaran para marcharse a casa, era Viernes y no volverían a verse hasta la siguiente semana, la última semana de clases. ¿Tendría el coraje Rojo de proponerle a Bermellón una relación más seria?...¿aceptaría?, ¿Seguiría marchando todo tan bien como en esa semana?...las posibles respuestas lo abrumaban, si fuera por él hubiera postergado eternamente las consultas...pero el tiempo no estaba de su lado y había que actuar, dejaría el fin de semana para pensar como abriría su corazón y el lunes enfrentaría sus miedos.

-Así será- pensó, antes de dormirse con una sonrisa genuina en su rostro.