Cuentan los viejos del lugar que cuando la noche caía y las calles cerraban, ellos salían a dar rienda suelta a la pasión y quién sabe si también al amor. Les llamaban los hechizados.

Se les oía y sentía en cualquier lugar, en cada esquina, en cada soportal… La oscuridad los perseguía para conseguir su invisibilidad casi absoluta. Conseguían con su aliento empañar todas las ventanas de los lugares donde aparecían.

Perdían la noción del tiempo que sólo recobraban cuando el sol les sorprendía, entonces ellos se desvanecían cual sombra y todo volvía a la normalidad.

Dicen que quienes hacen el amor bajo la luna llena, están condenados a amarse eternamente.

Bendita condena