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Inicio / Cuenteros Locales / EL_RETO_GANADORES / Reti1 2009 PROSA.Ganadora dasumar \"Safari en Kenia\"

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Un safari no es un safari si no aparece un león, repetíamos esperando verlo, pero el rey de la selva se nos negaba. Nuestro jeep daba colosales tumbos dentro y fuera de los baches del camino de tierra y aunque el conductor nos advertía cada salto, cuando llegamos a la louge para pasar la noche, a los seis pasajeros del jeep nos dolían hasta los huesos de los oídos.

En el coche viajaban dos amigas y una pareja con una joven hija de apariencia normal, pero de inteligencia y conducta propia de una niña de pocos años.
El recorrido, aparte las imperfecciones de la ruta, había sido emocionante; admiramos la sorprendente vegetación y nos emocionamos, a veces hasta el pánico, con la repentina aparición de animales que hasta el momento habíamos visto en el zoológico, encerrados en tranquilizadoras jaulas. En el safari, las jirafas, dueñas y señoras del terreno, cruzaban el sendero, despreocupadas y arrogantes, los elefantes asomaban sus trompas por las ramas de los árboles, los ciervos nos acompañaban corriendo junto al jeep y a lo lejos se veían zebras, rinocerontes o manadas de búfalos. La pareja que viajaba con nosotros no tenía largavistas ¿me presta su largavistas por favor? me pedían a menudo, pero aparte eso, no molestaban para nada.

A la mañana siguiente emprendimos el camino de regreso a nuestros hoteles. La jovencita parecía de mal humor. Los padres nos dijeron que ya había empezado a estar así durante la noche, y todo porque no había visto al león.
Según el conductor, a esa hora no aparecería por ningún lado. La chica comenzó a repetir una quejumbrosa cantilena “¿cuándo llega el león? ¿cuando llega el león, cuando llega el león?” acompañada de un monótono lloriqueo. No había modo de calmarla. De pronto gritó que lo veía echado a los pies de un gran baubau, el árbol tenía un cúmulo de hojas y ramas entre sus abultadas raíces pero nadie veía algo semejante a un león. La chica insistió tanto que el conductor dio marcha atrás y detuvo el jeep en el lugar donde se suponía que estaba el animal. Para terminar con el asunto y fingiendo verlo, le dije que le sacaría una fotografía. La muchacha al mirar la pantallita de mi cámara digital sonrió satisfecha. Luego se tranquilizó para el resto del viaje.

Al despedirnos, el padre con un guiño de complicidad, me dio la dirección para que le enviara una copia de la foto.
Después de unos días, ya de regreso en mi país, fui con mi sobrinito de cuatro años al negocio de Kodak para revelar las fotos del safari. El nene miraba entusiasmado los animales y apuntando su dedito en la pantalla señaló la foto del baubau y dijo que él quería una del león.

No podía creerlo,mis ojos adultos seguían sin distinguir nada, pero rendido ante la evidencia, encargué dos copias, una para él y otra para la jovencita del safari.


Texto agregado el 25-01-2009, y leído por 272 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
29-01-2009 Merecidísimo premio. Me encantó. margarita-zamudio
 
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