Mujer entera, madre entera,
eres el otoño que las hojas exaspera.
Eres pañuelo del llanto de una triste desilusión
La alegría, el carisma, la fuerza y la unión.
Eres la columna de un edificio sin arquitecto,
pues solo habemos constructores, obreros de sangre
hermanos puros, constelaciones oscilantes
contemplando lo bello de esta obra,
la ira de la realidad; cruda e inmortal.
Que con su lanza afilada golpea, cercena
pero ahí estás, flamante, resistente.
Después de la tormenta solo queda
el resto pueril de la palabra, la calma
heridas que con amor cierran
llagas que con el tiempo y tu compresión
se van haciendo agua
gruesa historia y fuerte canción.
Mujer entera, eres de admirar
tú, la que enseñaste vida, mente y caminar.
Gracias por nunca dejarnos caer,
gracias por ser como sueles, firme, sincera
felizmente; madre y mujer.
Versos no existen, palabras para describir,
todo lo que has hecho y creado
lo que en mi también has podido percibir.
Te prometo madre que ese gran legado, en mi
jamás irá a morir.
Y una ultima palabra si me lo permites:
todos los días la vida comienza,
la tuya nunca dejes de sembrar
y los frutos, ya evidentes,
tampoco dejes de cosechar.
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