Vuelvo desde la felicidad más extasiante,
Y del dolor más eterno.
Vuelvo del amor nuevamente,
desde la última batalla,
mis esperanzas cuelgan de una vértebra,
mi corazón está afuera
y desangrándome en lágrimas,
sentencio mil promesas a quien las escuche,
estoy cansada,
mi fuerte se ha derrumbado,
agrietado, nuevamente parchado,
y vuelto a rasgar.
Es el ciclo de mi vida,
es mi vía crucis,
espiral indolente,
no hay voluntad en esto
nadie me pregunto si quería ser herida,
y mi única culpa es haber enfrentado tantas batallas.
Levanto mi bandera blanca ensangrentada,
para que no te detengas,
deserto de las caricias, las falsas entregas,
la mancomunión de la carne,
el placer jugoso de lo nuestro,
del tu y yo,
del somos y seremos.
No hay recuperación alguna,
no hay tratados ni pactos,
sólo el yo existe,
y en la inconciencia a veces TU,
y alguna noche
en la intimidad
tras una derrotada lágrima
la autocompasión,
la autocomprensión,
toda compañía yoista posible,
pero jamás un Tu y Yo.
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