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Llevaba una vida perfecta, así yo lo creía. Además era un hombre feliz tenia una esposa, esperando un hijo, un trabajo estable y con un salario más de lo que yo necesitaba, solo y si tan solo pudiera volver el tiempo atrás y ver que uno tiene una obligación universal y es su vida y todo lo que tenga que ver con ella, pasaron los días mi hija estaba próxima a nacer no sabia como la iba a llamar, no se encontraba entre mis prioridades, un día normal pero decisivo para mi vida paso algo inesperado, empecé a sudar repentinamente, a tener escalofríos, y sentí que algo me quemaba por dentro era desesperante, igual siempre fui una persona con fobia a los hospitales y por eso después de ese shock, me dirigí a la gente que me observaba y le dije que se me había bajado la tensión, algo que solo yo creía, no le di importancia al hecho, así que seguí con mi vida normalmente, sin inconvenientes, por fin tuve que ir al medico, para tomarme una muestra de sangre que me exigían, ese fue el peor día de mi vida, no esperaba nada del medico, solo quería salir pues era un día de mucho trabajo, pasaron tres días, recogí los resultados, pero no estaban, la enfermera con cara pálida y ojos de preocupación me dijo que esos resultados los recogía en el sicólogo desde ese momento sentí un miedo abrumador que consumía mi ser, pero decidí ir, efectivamente el los tenia, me dijo piense en su vida, aprovéchela al máximo, sea un buen padre y que tenga un buen día, pero no creía que un sicólogo me llamara para decirme eso y mas aun era una mini conferencia y gratis, así que evadiendo problemas me acerque a la puerta y fue cuando el me dijo con vos alarmante el doctor lo espera en el segundo piso, sin saberlo me había intimidado ya dos veces y faltaba el peor golpe, estaba mal, casi muerto por mi aspecto, emprendí mi camino hacia la muerte, el doctor me esperaba, con voz fría me dijo cierre la puerta, tome aire y siéntese, no me dejo hablar, ni sentir ni pensar, me dijo, usted tuvo un problema y no me visitó, en este momento su enfermedad avanza a su estado terminal, posee cáncer y sea conciente pues solo meses le quedan, y por favor puede irse, no me dejo decirle nada, ni me dio un porque, solo sabia que era mi culpa, me creía verdaderamente culpable, y mas aun por mi esposa y mi hija próxima nacer, me sentía, nulo, vació, frió , triste y deprimido, quería gritar pero me ahogaba, así que mi valentía y mi esfuerzo se fue con una lagrima que rodó por mi rostro, no se porque si estaba tan bien y después de esa fabulosa noticia, me empecé a sentir demasiado enfermo, ya casia muerto y con un pie en la tumba, todos los pensamientos tanto malos como buenos rondaban en mi cabeza, pensaba y pensaba, no hacia mas , el trayecto mas largo de mi vida se encontraba entre el hospital y mi casa, pero así fue, así con valentía y sin meditarlo mas de dos veces decidí contárselo a mi esposa, ella ya lo creí posible nada mas con mirarme al os ojos sabia que yo ya estaba enfermo, pero no de tal magnitud, pero al contarle mi tragedia, de una forma irónica y absurda comenzó a reírse pero no una risa con adrenalina, ni emoción, ni alegría sino una risa nerviosa de dolor y tristeza, pero yo solo lo hacia con un fin era que los dos disfrutáramos mi tiempo restante y que se cumpliera mi sueño, ver nacer a mi hija, ella con un aire de comprensión y soledad me abrazo, me dijo que no me iba a dejar morir y que si por ella fuera siempre estarían los dos, pero no la deje seguir hablando ella tenia que verme muerto pero vivo en los ojos de mi hija, el doctor jamás me dijo si me moriría en una hora, en un día , un mes, un año, solo me dijo que “disfrutara el momento”, pero el sol se marcho, se nublo un caluroso día, comenzó a nevar, y mi mujer dio un gran suspiro, continuo a un grito, y se desmayo, volvió a caer en si, se levanto y me dijo vámonos al medico, ella te quiere ver y no te quiere dejar morir, prendí mi auto y corrí a gran velocidad hacia el hospital, lugar al que ya había asistido dos veces en un día, entramos y mi mujer fue llevada a la sala de parto, mientras tanto yo solo lloraba y con ansiedad quería afanado ver a mi hija nacer, yo sentía que ella también tenia el deseo ansioso de verme, pero algo sucedió, ese ardor que tenis al principio se agrandó hizo caerme al piso y retorcerme por toda la sala, estaba tan rápido en mis ultimas, al mismo tiempo mi esposa hizo la fuerza necesaria y se retorcía para dar a luz cuando estaba en la ultima pujada yo di un grito, suspire y cerré mis ojos, vi una luz grandísima y oí mi bebe llorar había nacido cuando en mi dolor yo moría.......










Texto agregado el 14-05-2004, y leído por 154 visitantes. (0 votos)


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