Se contaba de esta la sirena más hermosa que sus ojos eran negros y profundos, su piel tan suave como la del delfín pero también escamosa. Se contaba que era una soñadora, que amaba nadar en lugares donde otros no se atrevían, y que poseía una forma muy peculiar de ver las cosas.
Ella amaba tanto el mar y cantaba al compás de los sonidos marinos. Daba vueltas una y otra vez. Era un deleite verla bailar dando piruetas.
Los días iban y venían cuando todos comenzaron a murmuran todavía más sobre ella que lo de costumbre. Se decían tantas cosas. Pero entre ellas una rima, muy escandalosa.
“Un secreto que
Nadie debe saber
Que la sirena
Madre va a ser”
Fue imposible ocultar que un alguien crecía dentro de su ser. Del padre nadie sabia. Ella jamás lo menciono. No se le vio más distraída o mas sonriente. Como era posible que haya estado en amores y nadie se percatara.
Pero había un padre. También hermoso como la madre. Pero ha partido a una guerra y tendrá un horrible fin. En los últimos minutos de vida se permitió soñar con el bebé que nacería. El pensaba como es que nunca lo vería que no podría cuidar de él. Qué bueno que ha muerto y nunca sentirá lo que la sirena cuando su hijo naciera sin vida.
Nació sin palpitar, nació muerto. Una leyenda tuvo vida en el que cada niño humano que la madre alcanzara lo rescataría. Pero si llegaba primero el bebe sireno le ayudaría a enfrentar tranquillo su final.