Agobiada, atrapada en lo mas estrecho de un reloj de arena, pasaba grano a grano su vida. Miraba la parte inferior del reloj y añoraba aquellos granos de arena felices, aquellos otros inolvidables, los granos de sueños incumplidos, los de proyectos realizados, de cuando esa parte del reloj estaba casi vacía. La mezcla de nostalgia y pena por lo pasado y perdido la invadía cada vez que miraba hacia abajo.
Mientras tanto, otro grano atravesaba su presente.
Intentaba no mirar hacia arriba por seguir inconsciente de la arena que aun le quedaba. Esperando un imposible. Que alguno de los granos de abajo que tanto añoraba volviese a atravesar su presente, lo obstruyese, y detuviese el continuo derramar de la vida.
Absorta en sus pensamientos, otro grano de abrasiva arena volvía a arañar su presente desgastando
un poco mas su alma. Llenando su pasado, vaciando su futuro. Haciéndola vivir aun a contracorriente.