Lo siguió viendo a escondidas, no sabía cómo se escabullía para verla, no sabía en realidad ni su nombre; pero la pasión que había despertado en ella y esa sensación de estar vengándose de alguna manera de su padre la impulsaba a seguir encontrándose con él. Sus encuentros eran constantes, llenos de placer, de impresiones perdurables, de olores animales y de embestidas salvajes. Era toda una odisea para los sentidos, los cuerpos eran copados de visiones excitantes y fuertes estremecimientos.
Se sentía satisfecha, era una aventura romántica digna de una princesa como ella, él no era un ser humano común y corriente, tal vez, era un dios que se había impresionado con su belleza y había descendido desde su morada espiritual para regocijarse con sus encantos. No estaba segura, pero alguna vez le pareció haberlo visto convertirse en un animal salvaje ¿cómo un ser humano podría evadir tantos guardias? se preguntaba, a veces, y la respuesta le resultaba obvia: era sin duda un ser divino, con poderes sobrenaturales.
Ella lo esperaba con ansias todos los días y él aparecía siempre tan hermoso y fogoso como el primer día. Nadie los descubrió, el extraño era muy sigiloso y diestro; mientras que ella hacía todo lo posible para que sus encuentros se dieran sin testigos.
Huayta no sabía que esperar de esta situación, y realmente le interesaba muy poco el resultado de estos encuentros clandestinos; sin embargo, le preocupó, que de un momento a otro, él se le quedase viendo, como un animal apunto de capturar a su presa, para estar tranquila eliminó estas imágenes de su cabeza y se concentró en la belleza de todo lo acontecido, como era su costumbre cuando quería evitar malos ratos.
Luego de algunos días, esta evasión dejó de funcionar, y su ansiedad se incrementó hasta volverse insoportable, por lo que decidió interrogarlo, siendo la única conversación que tuvieron desde que él la poseyera.
¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Qué quieres conmigo?
Quién soy y qué soy se resume en una palabra: Amaru, qué quiero contigo, pues quiero ser tu dueño, tu amo y señor- dijo esto sin demostrar el menor resquicio de emoción, cuando apenas terminó de hablar, se transformó en águila y se echó a volar.
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