Te mataron a las 8 menos cuarto, la mano de tu viejo huevón, la mano de tu viejo, espero no despertases y le vieses. Te vi en las noticias gambeteando, te encontré conocido, te vi desaliñado, flaco y sucio cabalgando tu porquería de skate, riendo con una manga de huevones feos y zarrapastrosos como tú. Llevabas los ojos podridos en esa flojera tan típica tuya, tu espalda profetizaba pedazo de escoliosis, zigzagueabas al concreto alguna pena, yo que hablaba contigo las sabía, que mierda, si las sabía. Sabes huevón, yo esperaba tanto de ti, te imaginaba muy punk bailando pogos en un recital de 2 Minutos, recitando esa rabia, creyéndotela toda, pensando que era cierto que los cuicos son una mierda, que la religión lo es igual, que la cárcel esta ahí al lado y que la ley es tan ambigua y de vez en cuando si vale la pena pasársela por la raja. Te imaginaba riéndole con tu risa pajera con una cerveza en la mano, te imaginaba agarrándote a cadenazos con algún flaite pica’o a choro, te imaginaba con treinta años acordándote risueño de eso, pensando que puta que te gustaba andar hueviando cuando chico, te imaginaba con hijos, cariñoso, reflexivo, te imaginaba vivo. Te acuerdas cuanto te decía que eras diferente al resto, que no desperdiciaras el tiempo en esa huevá de skate, que tenías futuro, que te matricularas en un colegio como la gente, que trabajaras para estudiar algo, que hicieras tu propia banda, que evitaras que la espontaneidad del tiempo te pudriese el corazón. Yo de tu boca alcancé a escuchar esperanzas de una vida tranquila, y es que eras decepcionantemente realista, y mi empeño en hacerte soñar no lograba más que desplazarte hasta un barrial de anhelos donde todo era concreto, donde cabían el saciar el hambre y desfallecer en paz. Me sentí tan orgulloso cuando aprobaste tus exámenes, te hubiese podido felicitar un mes, ¡Ja! Elegimos ir a emborracharnos al cerro, tomamos cerveza y ron, me contaste que querías seguir estudiando, hasta me sentí el mejor profesor del mundo. Bajamos y el resto de la noche me pasé la ética pedagógica por el culo y nos igualamos y te confesé que te quería huevón, que los había querido a todos. De treinta uno salva, y tú eras uno de esos huevón, yo te lo dije. Esperaba volver a hablarnos en marzo, llevarte a mi grupo de gente, buscarte un futuro, buscarte un puto futuro. Braulio… de verdad esperaba lograrlo, te lo juro, te lo juro.

Al menos no descuidaré a los otros.