Mi inocencia se ha escapado
por las rendijas de mi alma.
Tu mirada quieta y calma
ni una lágrima ha dejado.
No me envuelvas con tu aroma.
No me arropes con tu aliento.
No quiero ser pensamiento
que eche a volar cual paloma.
Si mi corazón ardiendo
se enfrió en tu regazo,
no me cobijen tus brazos
cuando me esté muriendo.
Mi cuerpo es un bello corcél
donde galopan las noches
de lujurias y reproches.
Me fustigas con placer.
Cabalgando entre malditos
como los cuatro jinetes,
te embestiré con mi ariete
hasta desgajarte un grito.
Rechazando la hermosura
que los dioses me regalan,
en el filo de una espada
segaré mi vida impura.
Ya sin fuerzas y abatida
en ésta mi última hora,
mis ojos alzan la aurora
y entono mi "adiós a la vida"
Texto agregado el 23-01-2009, y leído por 365
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Lectores Opinan
10-05-2013
Hay en verdad una gran fuerza creativa en este poema a base de cuartetos. Siempre me sorprende encontrar cosas así de magistrales, y tú las tienes a raudales. Felicidades! angelador
19-04-2009
de verdad es una belleza de poema. me encanto como lo expresaste desde el principio al fin.5* carolina52
19-02-2009
Fuerte y muy bonito poema.
***** makiu
18-02-2009
mucho mas divertido el lado oscuro y salvaje de la vida, buen trabajo! edward_letterbox