Cuántas bocas podríamos besar en un mes,
cuántas diferentes formas de posar la boca
podríamos hacer en los labios de alguien más.
Tocarlos, humedecerlos para después quedarse sin ellos.
Cuantos en una noche que me apasionen
al grado de la locura eterna.
Cuantos besos podría repartir en una noche de fiesta
pensando que hay una cuenta por cubrir.
Cuántos más en un sólo mes,
Qué tipo de bocas,
Qué tipo de formas,
Qué estilo y consistencias.
Cuántas bocas podría besar en un mes
antes de darme cuenta que no hay sabor parecido.
Que las formas carnosas son iguales
y que el humor se escapa en ellos.
Que una noche es poca e insignificante
con el sabor ocre de los labios de diversión.
Sus bonitas formas, y sus agradables y cadenciosos
contactos y nítida entrega, son pálidas.
Cuantas bocas con sabor alguno intentan nada,
me dejan y las dejo volando para luego caer de lleno,
Besos volátiles, diría, que pasan en una noche
para quedarse escritos en nada que recordar.
Labios que giran, que vienen gratis y sin precio,
cuántos pasan más, cuántos llegan sin estar,
como gotas de una tubería por reparar,
labios que pasan diáfanos por azar.
Cuantas noches, cuantas bocas que ni de gracia
se parecen al calor de tus labios,
o la ternura insistente de tus besos,
que con el simple hecho de soplarlos es bastante.
Hasta hoy, no necesito meses, ni roces constantes,
me quedo con el calor húmedo de una sola boca
o con el respiro en la nuca de una luna.
Harto por besarte, y aún más, por la diversidad de tus sabores.
Cassiel.
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