Juan Emilio pidió otra ronda de Fernet. Giró otra vez hacia donde estábamos nosotros y dijo una de sus frases celebres: "¡el secreto de la felicidad es ser conformista y pelotudo!".Castro detrás de la barra lo escucho y nos hizo el gesto típico que hacen los cantineros cuando escucha algún comentario que les parece interesante. Dejo los tres vasos, con sus correspondientes medidas de fernet y el hielo. Luego trajo tres botellitas de vidrio de coca que una a una destapo y coloco sobre la barra. Juan Emilio prosiguió con su "tesis" mientras nos alcanzaba los vasos. - ¡Es así viejo! La felicidad pasa por conformarse con poco y creerse un capo. Miralo a Basile sino.Es por momentos increíble, pero Juan Emilio nunca desaprovecha oportunidad para pegarle a Basile. -¡Que chanta ese Basile viejo! - redobla la apuesta.Juan Pablo se prepara el fernet rápidamente, intentando no hacer demasiada espuma. Como le queda un poco de gaseosa en la botella la deja por ahí en un rincón para que luego de haberle dado algunos tragos al vaso, echarle la coca que queda hasta vaciarla completamente.Juan Emilio se queda mirando como preparo mi Fernet. - Municoy, te deberían rebautizar a vos. Yo te pondría Leito Muñecoy "el alquimista del fernet". ¿Lo viste Juampa con que paciencia lo prepara?A lo que Juan Pablo contesta: si, parece que se le va la vida cuando lo prepara, mide cada gotita, que el chorrito caiga justo sobre el hielito y lo vaya derritiendo.- Bueno viejo, el fernet se prepara así, con cariño, sino hace mal. (les digo, justificando el ritual)- ¡Despacito ahora que es el segundo!, vamos a ver el cuarto o quinto como te lo preparas. Retrucó Muñoz sabiendo que inevitablemente todos reiríamos.Mientras le tomaba un trago más al fernet y luego de comentar lo bien puesto que estaba el boliche, Juan Emilio vuelve al ataque: La verdad Municoy que yo ya lo considero como un escritor, me conformaría con pasar a la posteridad en alguno de sus cuentos.- Hablando de conformarse con poco... (le corto la frase).En eso pasa por nuestro lado una piba de unos dieciocho o veinte años a quien no conocemos y que esta como para pedirle la mano a los padres, o cortarse los dedos por una promesa, o jurarle amor eterno-¡Que bonito eh! Dice Juan Pablo. Y agrega: Municoy tranqui, la viste y ya te queres casar.-No, esa mina no tiene pinta de comer choripanes. (hago mi descargo)- Ja Ja, ¿como era eso Municoy?, ¿que condiciones tenia que cumplir tu mujer ideal?- Tres condiciones básicas: (y me siento derechito en la banqueta, y cuento con los dedos) comer choripanes, le tiene que gustar comer choripan, si es posible de cancha o en la calle. Castro -el cantinero- miraba y se asombraba por el comentario y casi que compartia.-La segunda (extendiendo el dedo índice, formando una "ele" con el gordo) es que le tiene que gustar el vino tinto, aunque sea de caja, y ni que hablar de damajuana. Y la tercera es que sea comunista!- ¡Ves Muñoz! ahí esta el secreto de la felicidad! Exclama Juan Emilio agarrándose la cabeza, como quien ha descubierto el secreto de la inmortalidad.Todos reímos.Regresa la señorita que había pasado rumbo al toilette y los tres la seguimos con la mirada.- "La Felicidad puede ser algo muy cercano a esto, una bella mujer que pasa por nuestro lado, un asado con amigos, un buen fernet..."- "Ni que hablar si la mina nos diera bola" sentencia Juan Pablo.- Ni que hablar. Afirma Juan Emilio.Vuelto todo a la casi normalidad y casi como pidiéndon favor, en vos baja y buscando cierta complicidad para conmigo Juan Emilio me dice;- Che Municoy, enserio! a ver cuando te escribís un cuento en el que aparezca yo, así me vuelvo inmortal.- Ya lo vamos a escribir, ya lo vamos a escribir. Prometo.