luego de comprar su enésimo libro, nuestro novel escritor se puso a hojearlo... buscó el nombre del autor en la web, luego el título de la obra. decían tantas cosas del libro que prefirió empezar a leerlo... lo hizo durante toda la noche. sabía que debía laborar, pero, supo que todo saldría tan bien como siempre. tenía una promesa con Dios y la cumplió. ya hice mi donación, pensó para sí mismo. sintió contento, protección contra el devenir y los ángeles negros de la noche. su cara se soltaba, sabía que cumplía con Dios cuando un pensamiento se incrustó en su alma: ¿y... si mañana todo sale mal?... no pudo seguir con su contento y supo que debía centrarse en la busca de la verdad de su existencia. recordó a Gibran, sus poemas y sus primeras obras, sus letras:

"la verdad se encuentra así como las estrellas, en la oscuridad total..."

sabía que era cierto todo pero la duda empezó a volverse en un feo tumor, del tamaño de todos los pecados de los hombres... apagó las luces y se acostó. tuvo pensamiento diferentes. recordó a Wilde, Borges, Whitman, Sebald, Bernhard, etc... recordó las palabras de ánimo de su mecenas... sabía que todo era como una lumbre en el centro de una fea tormenta. encendió las luces pues su cuerpo y su mente daban vueltas y vueltas como aquel zancudo en las esquinas de su cuarto. miró la máquina, el ordenador, los libros y sintió las ganas de decir lo que sentía... cada letra que salía de su mano, era él mismo. era una puta, vendiendo sus bellas imágenes a la web... supo que era tan falso como un billete de a medio dólar... se detuvo y buscó la paz de su alma, y, como una mañana que vaga por las noches, la luz de la paz, tocó sus manos, pies, dedos, uñas, todo, todo... paz, qué sabroso, se dijo...


san isidro, enero de 2009